Más de 267.000 personas han cruzado la selva del Darién desde el 1 de enero hasta el 8 de agosto, una cifra que supera el total de migrantes del año 2022.
La migración hacia Estados Unidos a través del Darién no se detendrá a pesar de las nuevas regulaciones de Washington y los peligros de esta inhóspita ruta donde las muertes están aumentando.
Giuseppe Loprete, jefe de la Misión en Panamá de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), declaró a la AFP: “Nadie sabe cómo será el próximo año, pero en los próximos meses debemos prepararnos para lo peor”.
La frontera natural del Darién, que tiene 266 km de largo y 575.000 hectáreas de superficie, se ha convertido en un corredor para los migrantes sudamericanos que intentan llegar a Estados Unidos a través de América Central y México.
Según el departamento de Migración de Panamá, desde el 1 de enero hasta el 8 de agosto, más de 267.000 personas han cruzado el Darién, a pesar de las advertencias de Estados Unidos de que no aceptará migrantes que ingresen de manera irregular al país centroamericano.
Esta cifra supera el récord de todo el año anterior, cuando 248.000 migrantes atravesaron la jungla panameña en busca del “sueño americano”.
A este ritmo, el gobierno panameño estima que al final del año unos 400.000 migrantes habrán cruzado el Darién.
“Las condiciones en las que vemos llegar a los migrantes nos preocupan mucho y nos preocupa mucho el hecho de que esta migración no se detendrá”, señaló Loprete.
El número de migrantes muertos en Panamá también ha aumentado en comparación con 2022, según las autoridades.
“El año pasado se registraron 62 muertes, hasta la fecha ya llevamos 71” en lo que va de 2023, precisó José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal de Panamá.
El Darién está lleno de peligros como animales salvajes, ríos caudalosos y bandas criminales que roban a los migrantes o les exigen pagos para guiarlos en su ruta.
El gobierno panameño desconoce el número exacto de migrantes muertos debido a la inaccesibilidad de la selva, la falta de denuncias o el abandono de los cuerpos, que a veces son devorados por animales.
La mayoría de los migrantes que ingresaron a Panamá por la selva este año son venezolanos (más de 150.000), ecuatorianos (37.000) y haitianos (más de 34.000), aunque también hay asiáticos, principalmente de China, y africanos, sobre todo de Camerún.
Del total, el 21% son menores de edad. De ellos, la mitad tiene cinco años o menos.
Muchos migrantes salen del Darién heridos, deshidratados, en estado de shock, con alergias graves y complicaciones durante el embarazo.
La situación en el Darién es alarmante, advirtió Garry Conille, director de Unicef para América Latina y el Caribe.
El gobierno panameño ha abierto varios albergues en todo el país para atender a los miles de migrantes que llegan, con el apoyo de organismos internacionales.
Además, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) entregó este año un centenar de nichos para migrantes en el cementerio de un pueblo cercano a la selva. Ya reposan en el lugar los restos de 30 personas.
Los servicios humanitarios ofrecidos por la Cruz Roja no son suficientes para atender a miles de migrantes que requieren primeros auxilios, atención médica, acceso a agua y atención especializada en caso de haber sido víctimas de abusos.
La cooperación internacional entre países, ya sea de manera bilateral o regional, es clave porque ningún gobierno puede hacerlo solo, afirmó Loprete.