Dos ONG evalúan 161 calabozos policiales del país y determinan cifras alarmantes de contagios por enfermedades infecciosas debido al hacinamiento en estos centros de reclusión.
Las cárceles venezolanas enfrentan una grave crisis en términos de salubridad debido a los problemas sociales que aquejan al resto del país, y esto afecta directamente a los presidiarios, quienes tienen que lidiar con las infecciones, bacterias y enfermedades que se concentran en los calabozos.
En esta ocasión, la Organización No Gubernamental Una Ventana a la Libertad (UVL) alertó que registraron, entre octubre del año pasado y julio de este año, 240 casos “sospechosos” de tuberculosis en 161 calabozos policiales del país.
Según esta ONG, el hacinamiento es la causa principal de estos contagios en los penales de Venezuela. “La falta de distanciamiento provoca que las enfermedades infecto-contagiosas se propaguen con facilidad”, alertó.
Ambas ONG realizaron 18 jornadas médicas asistenciales entre octubre del año pasado y julio de 2023, con el objetivo de determinar las condiciones sanitarias de los centros de detención preventiva y el estado de salud de los privados de libertad, donde determinaron los graves riesgos que existen.
Las jornadas se llevaron a cabo en conjunto con la organización Proyecto Once Trece. Sin embargo, no detallaron si, después de estas sospechas, realizaron pruebas específicas para obtener un diagnóstico preciso sobre estas enfermedades, ni tampoco si pusieron en tratamiento a los reclusos.
De acuerdo con la información proporcionada por UVL, 10.254 privados de libertad conviven en estos 161 espacios, con una capacidad total instalada de 6.028 personas, lo que supone un hacinamiento del 170%.
Además, en estos 161 espacios, solo 86 tienen baños y 87 cuentan con agua potable, y ninguno tiene espacios especiales, capacidad o personal para atender a mujeres embarazadas o personas con discapacidad física o mental.
En ese sentido, instó a la administración de Nicolás Maduro a desarrollar políticas públicas para atender a la población reclusa detenida en estos espacios, donde los reclusos “pasan años”, a pesar de que deberían estar allí solo por 48 horas.
Contabilizaron que, al menos ocho reclusos murieron entre octubre de 2022 y enero de este año debido a “temas relacionados con la salud”, sin especificar qué tipo de enfermedades o afectaciones padecían. Además, destacaron que el hacinamiento es el principal factor para la propagación de enfermedades contagiosas como la tuberculosis, la sarna, la gripe y el COVID-19, especialmente mientras haya focos de contagio en las cárceles de Venezuela.
Recomendaciones:
1. Separar a los internos con enfermedades infectocontagiosas del resto de la población.
2. Impulsar políticas que garanticen una alimentación adecuada en los centros de detención preventiva.
3. Atender los casos de VIH sin discriminación y garantizar tratamientos a quienes lo requieran.
4. Establecer políticas de vacunación permanente para evitar más contagios, clasificar a los reclusos, mantener el distanciamiento físico y garantizar el acceso a insumos básicos como agua potable, alcohol y mascarillas.
5. Realizar los trámites necesarios para facilitar traslados a prisiones o la excarcelación con el fin de evitar el hacinamiento en estos espacios, los cuales no están preparados para albergar grupos humanos por más de 48 horas según lo establece la Ley de Régimen Penitenciario.