El Tren de Aragua, una organización criminal que opera en varios países de la región, tenía su base de operaciones en la cárcel de Tocorón, donde su líder máximo, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias ‘el Niño Guerrero’, controlaba el ingreso y salida de armas, drogas, teléfonos móviles, dinero y visitas. Pero su reinado acaba de llegar a su fin.
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Operativo en la cárcel de Tocorón
Más de 11.000 funcionarios de la PNB, la GNB, el CICPC y el Servicio Penitenciario ingresaron al centro penitenciario para restablecer el orden y la autoridad, tras varias denuncias de extorsión, secuestro, venta de drogas y homicidios desde el interior de la cárcel.
El operativo fue un éxito: se logró incautar un gran arsenal de armas de fuego, explosivos, municiones, teléfonos inteligentes y máquinas para minar criptomonedas.
También se descubrieron túneles y motos de alta cilindrada que usaban los delincuentes para escapar o trasladarse dentro del recinto.
Durante años, la cárcel de Tocorón había sido un mundo aparte, donde los reclusos vivían con lujos y comodidades que contrastaban con la realidad del país.
¿El fin del ‘Niño Guerrero’?
Según un reportaje del medio ‘Runrunes’, el chiringuito de ‘el Niño Guerrero’ incluía incluso una discoteca, piscina, tiendas, centros de apuestas, un zoológico y restaurantes como El Sazón del Hampa.
A pesar del éxito del operativo, aún se desconoce el paradero del ‘Niño Guerrero’ y no se ha precisado el número de detenidos ni su situación jurídica.
Lo que sí se sabe es que la cárcel de Tocorón ha dejado de ser un territorio sin ley y un bastión del Tren de Aragua.