Venezuela es desde hace años un país inclasificable. Donde unos ven un Gobierno autoritario, otros ven una dictadura y otros, aunque cada vez menos, una democracia incomprendida.
En un lugar donde hay presos políticos y el control del chavismo alcanza a todas las instituciones del Estado, el pasado 22 de octubre dos millones de venezolanos salieron a las calles de todo el país a votar por un líder opositor con el que plantarle cara a Nicolás Maduro en unas elecciones presidenciales. Y no cualquier líder. Más del 90% eligió a María Corina Machado, la representante del ala radical de la oposición, como candidata en 2024.
El resultado fue inesperado para todos. Para la propia Machado (Caracas, 1967), cuya figura languideció durante años opacada por otros líderes opositores. Para estos últimos, que nunca habrían imaginado que a quien consideraban un verso suelto sin mayor arrastre los barriera en las urnas con esa fuerza. Y, sobre todo, fue una sorpresa para el chavismo, que ya ha puesto a trabajar a toda su maquinaria para tratar de anular las primarias que la encumbraron como líder de la oposición.
Machado atiende a EL PAÍS desde su oficina Caracas este viernes con la certeza de que este es solo el principio de un camino incierto.
El chavismo mantiene sobre ella una inhabilitación con poco fondo judicial, pero que en la forma le impide participar en las elecciones.
No es ningún secreto que Maduro no quiere enfrentarse a ella en las presidenciales que el Gobierno y la oposición acordaron celebrar en 2024, en unas negociaciones que se acaban de retomar en Barbados después de meses de parálisis.
El levantamiento de las inhabilitaciones es otro de los puntos del acuerdo, pero para el chavismo Machado es una línea roja. Ella se aferra a su victoria: “Un plan b sería desconocer el mandato del 22 de octubre”.
Pregunta. ¿Por qué cree que la gente salió a votar por usted en las primarias?
Respuesta. Los números triplicaron los estimados. La emoción que se dio fue absolutamente trasversal. A la una de la tarde se estaban acabando las boletas en zonas típicamente asociadas al chavismo, y eso ocurrió en pueblos, ciudades, en lugares de clase media y populares. Fue muy impresionante. Siento que esto implica el cierre de un ciclo y la demostración de que la sociedad venezolana está unida en una aspiración de cambio que se sintió con enorme fuerza en toda Venezuela. Hay un mandato que crea una gran responsabilidad.
P. ¿La movilización tomó por sorpresa al chavismo?
R. Nos tomó a todos por sorpresa. En un país donde no hay combustible ni transporte público y la censura de los medios fue total había la preocupación de cómo se iba a enterar la gente si no tiene luz, no tiene Internet y no hay medios. Pero al final la gente se enteró. Recibimos una enorme lección de que hay que confiar en una sociedad que está dispuesta a abrazar la libertad.
P. ¿Ha sentido el apoyo de toda la oposición?
R. Sí, es muy emocionante porque no lo recibí solamente de los partidos que están en la Plataforma [Unitaria de Venezuela] y los que se vincularon a la primaria, sino también de algunas organizaciones políticas regionales y locales que después de lo que ocurrió se han conmovido. Hay una necesidad de construir un gran acuerdo nacional con unos consensos fundamentales que hay que asentar y avanzar. Esto es el principio del fin, pero quedan muchos desafíos por delante.
P. ¿Cuál es la estrategia a seguir ahora?
R. No hay que subestimar la estrategia del régimen que enfrentamos, y entender que ellos, Maduro y su entorno, han sido muy explícitos al respecto a que no están dispuestos a dejar el poder bajo ningún concepto. Hay que hacer que el movimiento social que ya arrancó se consolide y se amplíe para poder hablarle a los venezolanos que puedan tener miedo del cambio que nosotros representamos. Tenemos que tomar la iniciativa y hacerle sentir a los venezolanos que va a ser en beneficio de todos. Hay algunos actores que por diversas razones se podrían sentir cercanos a Maduro, pero que al final tienen incentivos para que este proceso avance y se dé una transición ordenada y sostenida. Me refiero a algunos gobiernos de América Latina, como Colombia, Brasil, Chile, México. Hay que transmitir la disposición de coordinar fuerzas con todos estos actores para generar incentivos sobre el propio régimen que deriven en una negociación con más vigor y legitimidad.
P. ¿Confía en que el chavismo le levante la inhabilitación?
R. He conocido muchas líneas rojas, por ejemplo las primarias, se decía que no se iban a celebrar. Y que jamás permitirían que yo compitiera y menos que las ganara. Mi sanción no es jurídica, es política, y estaba antes de las primarias. Tenía el mensaje de que la gente no votara por mí. Y no les funcionó, fue todo lo contrario. Generó un desafío al sistema. ¿Qué viene ahora? El avance de un proceso con muchas dimensiones. El chavismo está entendiendo que ha perdido la base social y en alguna medida la capacidad represiva. Las bases de las fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad también tienen la sensación de que está pasando algo. Hay grandes tensiones internas en el seno de esta estructura heterárquica, con múltiples intereses, esto no es una dictadura convencional. Y necesita plata, porque han saqueado el país. Hay muchos incentivos y presiones para respetar el acuerdo que se firmó en Barbados. Ese acuerdo viene asociado al cumplimiento de una serie de compromisos que incluyen que todas aquellas personas que compitieron en las primarias puedan inscribirse en la próxima elección.
P. ¿Piensa que tiene que haber un plan b por si acaso esa habilitación no se produce?
R. Tenemos que concentrarnos en respetar el mandato. Un plan b es desconocer el 22 de octubre [fecha en la que se celebró la primaria]. Lo que hay que hacer es que Maduro entienda que por su propio interés tiene que cumplir con la palabra empeñada en Barbados.
P. Pero si no le levanta la inhabilitación, ¿habría que buscar otra fórmula para concurrir a las elecciones o defender el mandato del 22 de octubre?
R. Esas no son las únicas dos opciones. Defender el mandato del 22 no significa salir de un proceso electoral, todo lo contrario. El mandato es construir la fuerza y diseñar la estrategia para tener unas elecciones competitivas y que los venezolanos puedan elegir a la persona que votaron en las primarias.
P. Pero si le impiden inscribirse como candidata…
R. Faltan 12 meses. Hemos ido creando condiciones para que esa situación se revierta. Es un elemento de orden político que al final va a depender del equilibrio de las fuerzas políticas.
P. Si se mantiene la inhabilitación, ¿daría un paso al lado y dejaría presentarse a otro candidato?
R. Esa opción no existe. Vamos a construir la fuerza para lograr que las elecciones sean limpias y libres y eso pasa por respetar el acuerdo de Barbados, donde se recoge que el candidato ganador de las primarias puede inscribirse en las elecciones.
P. Estos últimos movimientos del chavismo contra las primarias, ¿qué significan?
R. La posición dentro del chavismo no es homogénea. Hay un sector que, por lo que ocurrió el 22 y las ondas expansivas que esto está teniendo, piensa que hay que avanzar hacia una transición ordenada y aceptar que serán oposición durante un tiempo y luego pretender volver, algo parecido a lo que ocurrió en Brasil con el PT. Han empezado a hablar al respecto. Hay otro sector dentro del chavismo que cree que con el control que tiene del sistema electoral podrían derrotarnos en las elecciones. Y algún sector que dice que en ningún caso se medirán conmigo.
P. ¿El proceso de negociación en Barbados va a continuar?
R. No puedo estar convencida, solamente creo que es muy pronto para llegar a una conclusión. Esas tensiones dentro del chavismo existen y dependerá de cuál de los sectores se impone.
P. ¿Se va a negociar una transición democrática con el chavismo?
R. Eso ya está en marcha, pero hay otros muchos aspectos que deben ser objeto de una negociación y que no están incluidos en el acuerdo. Parte del problema que tenemos en la oposición es una crisis de representatividad desde hace muchos años, y la primaria lo resolvió. Tenemos una fuerza mucho mayor de cara a un proceso de negociación a partir de ahora.
P. ¿Qué tipo de proceso de transición estaría dispuesta a hacer? ¿Le daría alguna garantía judicial o algún tipo de amnistía a los jerarcas del chavismo?
R. Una negociación implica dar incentivos y lograr que el costo de permanencia en el poder sea mayor que el costo de aceptar la salida en una transición. Y eso significa, desde luego, que hay que dar ciertas garantías. Eso es producto de la negociación y no de una discusión pública.
P. Imagine que gana las elecciones presidenciales en 2024. ¿Cómo vería el futuro de Maduro?
R. Veo un futuro luminoso para Venezuela. Aquellos que han sido parte del sistema y no hayan cometido delitos mayores pueden tener la tranquilidad de que enfrentarán un sistema de justicia justo, no como el que nos negaron a nosotros. Con otros actores habrá que ver cuáles son los términos para cada uno de ellos. Lo que puedo garantizar es que esto no es un proceso que busque venganza o retaliación, eso sería repetir las prácticas del chavismo. Buscamos justicia para nuestro país.
P. ¿Cuál sería el peor error que podría cometer ahora la oposición?
R. Desconocer el mandato del 22 de octubre, que va mucho más allá de la elección de un candidato. Es la ratificación del amor por la libertad, por Venezuela, por nuestros hijos y la disposición a luchar con firmeza, inteligencia y con solidaridad entre todos los venezolanos.
P. ¿Qué fue lo que le llevó a considerar que había que negociar con el chavismo para buscar una salida democrática cuando antes sostenía lo contrario?
R. Insistentemente he planteado que una negociación tiene que ser clara en sus propósitos. Lo que he criticado han sido las fallas enormes que han tenido las negociaciones previas. Ha habido 15, esta no es ni remotamente la primera. En estos procesos, Maduro obtuvo plata, legitimidad y tiempo. Siento que en esta oportunidad hay la posibilidad de introducir cambios importantes, uno de ellos fue claramente la construcción de fuerzas a través de las primarias. Hay un cambio en el contexto y con base en ello podemos avanzar en una negociación que no es para mejorar las condiciones del statu quo, sino cuyo propósito sea la transición democrática.
P. ¿Su inhabilitación será parte de la negociación?
R. Ya lo ha sido.
P. Con poco éxito entonces.
R. No sé por qué concluye eso si el proceso está arrancando.
P. Porque para el chavismo su inhabilitación es una línea roja.
R. Seguro que usted leyó la declaración de [el secretario de Estado, Antony] Blinken donde dijo claramente que la habilitación de los candidatos que participaron en las primarias es un punto medular dentro del acuerdo que se firmó.
P. ¿Cómo valora el papel de Estados Unidos, que acaba de levantar sanciones al petróleo, el gas y el oro?
R. Siento que hay una enorme preocupación y hasta escepticismo justificado de que el régimen vaya a cumplir la palabra empeñada. Los incentivos llegan en el presente, pero sus cumplimientos se van a ir produciendo a lo largo del tiempo. Quien tiene la capacidad hasta ahora para generar incentivos es el Gobierno de Estados Unidos. Y ellos han sido muy enfáticos en que si esto no se cumple, las licencias se van a revertir. Quiero confiar en que el acuerdo se cumple por las dos partes.
P. ¿Ha hablado con Leopoldo López?
R. Sí, he hablado con todo el mundo.
P. ¿Y con Henrique Capriles?
R. No, pero he hablado con muchísimas personas de su partido. He hablado con todos y todo el mundo está invitado a formar parte del comando que estamos construyendo.
P. ¿La llamó Gustavo Petro?
R. Yo le he enviado un mensaje. Estoy acercándome a todos los presidentes de la región. Una de las cosas más importantes para las presidenciales es que los venezolanos en el exterior puedan votar. Colombia, Perú y Chile son países que pueden hacerle entender a Maduro que eso es un derecho que hay que respetar.
P. ¿Cuál es su mayor temor en este momento?
R. Lo que más me preocupaba era que los venezolanos perdiéramos la confianza en nosotros mismos si la primaria no se daba. Eso habría sido devastador. Nos ha demostrado de lo que somos capaces y eso es lo que más hay que cuidar. Está derribando las barreras que el régimen construyó entre nosotros.
Fuente: El Pais