El reciente referéndum trajo muchas enseñanzas, develó muchas verdades y produjo alarmantes mentiras; la principal, esa de los diez millones de votantes.
Más allá de las implicaciones políticas que la mentira implica, hay otro aspecto que es quizá más peligroso y que influye en todo lo demás. Se trata de la conducta de la cúpula gobernante.
Sin entrar en profundidades psiquiátricas, y apoyados en la experiencia histórica, podemos decir que hay algo raro en la conducta de los gobernantes, que seguramente será estudiado por especialistas cuando ya sea tarde.
El hecho de decir que en el referéndum votaron diez millones de personas es una barbaridad, una mentira muy fácil de demostrar, todo el mundo presenció la ausencia dramática y sorpresiva de votantes.
Ahora, que la cúpula hable de diez millones es una mentira gorda, pero la falta no queda allí, que los gobernantes le hagan coro a esa mentira, que los programas de televisión, los escritores, las redes repliquen esa mentira, aumenta la falta, pero cuando el asunto se agrava al máximo es cuando a todas luces los gobernantes que hablan de diez millones se creen la mentira, allí la conducta toca las alarmas de peligro.
Que los gobernantes mientan es ya malo, pero que se crean esa mentira es grave, indica una separación con la realidad que es síntoma de algo más profundo. Cuando esa mentira cae en terreno de fanatismo, de aceptar lo que viene de arriba sin pensar, sin argumento, afecta a la sociedad toda. En la historia se consiguen ejemplos de este tipo de situación, de esta forma de psicosis de los gobernantes, que baja a la sociedad y ha producido las mayores crueldades.
En Venezuela, con el madurismo embustero, estamos pasando, de lo que era un mal gobierno, un gobierno irresponsable, a un gobierno que está afectado de una conducta enfermiza y la traslada al resto de la sociedad.
¿Qué hacer?
Estamos en las puertas, transitamos un camino que conduce a un infierno, que ahora nos resulta difícil imaginar, a una sociedad autodestructiva, generadora de crueldades y estupideces. El madurismo, en su mundo de mentira, ha cerrado las puertas a una salida a la crisis, atropella a la realidad, violenta las instituciones. Ahora nada es confiable, ni la justicia, ni el cne, y menos el ejecutivo. Si sumamos a esto la profunda crisis económica, social, espiritual veremos claro la gravedad de la situación.
Es urgente ir a un proceso de sanación de la sociedad, comenzando por el rescate de la verdad, la verdad es la mejor medicina. Es la hora de activar lo mejor de la sociedad civil y militar, humanos que sobre sus hombros lleven la responsabilidad de salvar a la Patria de inmerecidos sufrimientos. Es necesario un nuevo gobierno, pero ya, no es posible esperar hasta el 2024, ya se sabe que este gobierno separado de la realidad es capaz de mentir sin freno, no se someterá a ningún límite de la realidad, seguirá atropellando y construyendo su propio mundo de mentira, en su cabeza delirante no entra la posibilidad de salir del gobierno.