Estimado Juan,
22/diciembre/2023
Me dirijo a ti públicamente, tal como lo hice en carta el 20 de diciembre de 2020, para reflexionar sobre el curso de los eventos políticos y las decisiones que siguen construyendo el momento actual.
En aquella ocasión, te expresé mi preocupación por la doble condición que asumías como presidente interino y candidato, advirtiendo sobre los riesgos inherentes a tal estrategia y lo hice en estos términos: “Para llevar a cabo el proceso eleccionario, usted debe mantener la presidencia interina, pero también renunciar a toda aspiración a ser candidato (…) Basta posar ojos sobre Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia, quien se hizo candidata, para terminar, siendo ella y su gobierno, en lugar de un ejemplo histórico, un trágico accidente en la historia de su país…” (Aquí la carta)
Los hechos me dieron la razón, no eres presidente, ni candidato y estas en el exilio.
Hoy, quiero referirme a tu reciente mensaje en la plataforma anteriormente conocida como Twitter, donde mencionas la preparación de María Corina Machado ante un escenario electoral desafiante y las continuas luchas frente a un régimen que perpetúa la impunidad.
Tu mensaje ha sido: “Nuestra candidata unitaria María Corina Machado, luego del comunicado de hoy, debe prepararse para lograr una elección competitiva, incluso ante el incumplimiento del régimen, como han hecho anteriormente. Todos debemos seguir luchando y exigiendo justicia, por más que esto genere un ambiente de impunidad para regímenes como el de Maduro”
Las palabras “incumplimiento” e “impunidad” me resonaron con particular fuerza, recordándonos la importancia de no sacrificar los principios y valores en aras de lograr objetivos políticos.
Tu experiencia y la historia reciente nos enseñan que el fin no justifica los medios, especialmente cuando estos medios erosionan los principios que se supone deben regir la lucha política. La oposición, en su esfuerzo por diferenciarse del régimen que critica, no debe replicar las tácticas que denuncia. Aceptar el incumplimiento de acuerdos o permitir violaciones de derechos sin justicia, solo genera más desconfianza y desesperanza entre la ciudadanía.
Me sorprende, al igual que contigo, que en recientes comunicados de personas queridas se mezclan las acciones y palabras sin reflexionar sobre su justo valor. Como bien señala la Biblia, “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra es Dios”. En efecto, el poder de las palabras es inmenso, tanto en lo que se dice como en lo que se escribe, y su impacto perdura más allá del momento en que se pronuncian.
Por lo tanto, es determinante considerar el peso de cada palabra y decisión en estos tiempos cruciales. La historia nos juzgará no solo por los resultados alcanzados, sino por la integridad con que se logren. Que nuestra comunicación y acciones reflejen siempre la dignidad y la esperanza que aspiramos a restaurar en nuestra amada Venezuela.
Atentamente,
Braulio Jatar Alonso
Fuente original: Mi segunda carta a Juan Guaidó
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