El terremoto de Japón, que sacudió el centro de la isla de Honshu el lunes, ha dejado una devastación sin precedentes.
Hasta el momento, se reportan 82 muertos y 79 desaparecidos, lo que ha desencadenado una intensa labor de rescate por parte de los equipos de emergencia.
La prefectura de Ishikawa, en la franja occidental del centro de la isla, ha sido la más afectada, concentrando la mayor cantidad de víctimas mortales y desaparecidos.
Localidades como Wajima y Suzu han sido el foco principal de las operaciones de rescate, ya que se teme que hayan pocas posibilidades de encontrar sobrevivientes tras 72 horas del devastador sismo de 7,6 grados.
Los problemas de acceso se suman a la complejidad de las labores de rescate, con cientos de personas incomunicadas debido a la destrucción de carreteras y caminos.
La llegada de réplicas y las lluvias intensas han aumentado el riesgo de deslizamientos de tierra, complicando aún más la situación.
El gobierno japonés ha desplegado unos 2.000 efectivos de las Fuerzas de Auto Defensa, así como aviones y barcos para las tareas de rescate.
Se ha destinado un fondo de emergencia de aproximadamente 28 millones de dólares para incrementar la ayuda en Ishikawa.
Este terremoto, el más devastador desde 2016, ha generado una alerta por tsunami y ha recordado el trágico desastre de 2011, cuando un terremoto y tsunami dejaron más de 20.000 muertos y causaron la fusión parcial de reactores en la central nuclear de Fukushima Daiichi.
La magnitud de esta tragedia requiere un esfuerzo conjunto para brindar asistencia a las víctimas y reconstruir las zonas afectadas.
Japón enfrenta un desafío monumental en su camino hacia la recuperación.