En la política venezolana, se presenta una gran paradoja: aquellos actores que siempre han rechazado la idea de negociar con el gobierno, argumentando que cualquier interacción con él implica reconocerlo y ceder terreno ético, son ahora los más necesitados e interesados en entablar negociaciones.
Según Luis Vicente León, sin pasar por este proceso de intercambio y aceptar ciertas concesiones, las posibilidades reales de progreso y permanencia de estos actores son prácticamente nulas.
Resulta irónico que aquellos que han rechazado y criminalizado históricamente las negociaciones sean quienes más dependen de ellas. Así es la política, siempre cambiante y a veces contradictoria.
La buena noticia es que los líderes radicales son más propensos a flexibilizarse cuando su propia supervivencia política está en juego. En este contexto, negociar deja de ser considerado una “traición a la patria” para convertirse en una “acción heroica e indispensable para resolver la crisis y brindar al pueblo las oportunidades de cambio que tanto desea y merece”.
Personalmente, me alegra mucho ver que finalmente estos líderes radicales han llegado al mismo punto en el que muchos moderados y racionales se encontraban hace años: promoviendo soluciones negociadas, ya sea de manera pública o privada.
Sin embargo, lamento que no hayan tomado esta decisión antes, ya que probablemente estaríamos en un estado mucho más avanzado en la actualidad.
Pero no importa, como se suele decir, es mejor tarde que nunca. Felicitaciones y bienvenidos a esta nueva postura.
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