Con una decisión que ha desatado indignación y rechazo, el gobierno de Gabriel Boric ha optado por firmar un acuerdo de seguridad con Nicolás Maduro, ignorando la opinión del 93% de los chilenos que se oponen rotundamente a cualquier trato con su régimen. Esta acción, más que una política exterior, parece una traición a los principios democráticos y a la voluntad popular.
La preferencia de Boric por Maduro sobre Nayib Bukele, quien ha demostrado ser eficaz en la lucha contra la delincuencia y es altamente valorado en Chile, es una muestra clara de cómo la ideología se impone sobre la lógica y la seguridad ciudadana. Este absurdo no solo es inaceptable, sino también una burla a la inteligencia y al clamor del pueblo chileno.
La firma con Maduro, rodeado de denuncias de derechos humanos y asociación con la delincuencia organizada, es una muestra de la falta de coherencia y principios de un gobierno que parece más interesado en mantener alianzas ideológicas que en proteger a sus ciudadanos. Paralelamente, la negativa a firmar un acuerdo similar con Bukele, un líder con también denuncias por derechos humanos, pero con alta eficacia en la lucha contra el crimen, es un peligroso juego de equilibrios ideológicos que pone en riesgo la seguridad y el bienestar del pueblo chileno.
Frente a este escenario, la renuncia de figuras como Manuel Monsalve se hace imprescindible. Chile necesita líderes que estén al servicio de su pueblo, no atados a ideologías que los alejan del verdadero progreso y seguridad. Es hora de que el gobierno de Boric escuche la voz de su pueblo y actúe en consecuencia, antes de que el abismo entre sus decisiones y la voluntad popular se haga insalvable.
Por: Braulio Jatar Alonso