El autoritarismo y el libertarismo son dos posturas políticas contradictorias. Los partidarios de líderes autoritarios siguen ciegamente a una figura idealizada y se identifican estrechamente con el grupo que ese líder representa.
Por otro lado, ser libertario implica ver la libertad individual como el principio supremo de la política. Es una perspectiva fundamental para el neoliberalismo y algunas contraculturas bohemias.
En términos de mentalidad, el libertarismo es lo opuesto al autoritarismo. Los libertarios rechazan la identificación con líderes o grupos y desconfían de toda forma de autoridad. En cambio, se consideran a sí mismos como agentes libres y autónomos.
Sin embargo, existe una historia en la que estas dos perspectivas se entrelazan. Un ejemplo claro es el caso de Donald Trump, cuya reelección en 2024 podría contribuir al ascenso del autoritarismo a nivel internacional.
Si bien algunos podrían argumentar que Trump no tiene la capacidad suficiente para ser un líder autoritario eficaz, no es difícil imaginarlo gobernando por orden ejecutiva. Además, ha logrado establecer una relación autoritaria exitosa con sus seguidores, quienes lo idealizan y lo consideran una fuente de “verdad”.
Al mismo tiempo, Trump encarna una versión hiperindividualista de la libertad. Su retórica y personalidad depredadora, su riqueza y su indiferencia hacia los demás refuerzan ciertos aspectos de la libertad individualista.
La fusión de lo autoritario y lo libertario se hizo evidente durante el asalto al Capitolio el 6 de enero en Washington DC. Los asaltantes buscaban instalar a Trump como líder autocrático, pero también estaban llevando a cabo una afirmación de sus derechos individuales al atacar al Estado estadounidense.
Entre ellos se encontraban seguidores de la teoría de la conspiración QAnon, que veían a Trump como un líder heroico que luchaba en secreto contra una élite que torturaba niños. También estaban presentes los Proud Boys, un grupo con tendencias libertarias pero comprometido con la política como violencia.
Las teorías de la conspiración también han influido en el surgimiento de movimientos antivacunas
Con información de efectococuyo.com