Setenta y tres años atrás, un joven de 20 años recibió el bautizo de bigleaguer de la mano de Willie Mays, un nombre que resonaría en la historia del béisbol por décadas. Mays, uno de los peloteros más completos de las Grandes Ligas, se destacó como jardinero central y toletero con los Gigantes de Nueva York y San Francisco, así como con los Mets de Nueva York.
Con un promedio vitalicio de .302, 3,293 imparables, 660 jonrones, 1,909 carreras remolcadas, múltiples Guantes de Oro y premios de Jugador Más Valioso, Mays dejó una huella imborrable en el béisbol. Desde temprana edad mostró su talento, debutando como profesional a los 15 años en las Ligas Negras, antes de firmar con los Gigantes y ascender a las Grandes Ligas en 1951.
Un inicio prometedor
En 1951, Mays tuvo un comienzo desafiante en las Grandes Ligas, pero con el apoyo de su mánager Leo Durocher, logró destacar como el mejor novato de la temporada. Su carrera brillante lo llevó a ser reconocido como uno de los más grandes en Cooperstown, un honor que perdura hasta hoy.