Cuando se lee en la misma frase “migraciones” y “Latinoamérica”, lo normal es pensar en la salida de centenares de miles hacia Estados Unidos. Sin embargo, desde hace años, los flujos migratorios que más aumentan son los que van de un país latinoamericano a otro. Este fenómeno poco conocido puede cambiar el panorama mundial de las migraciones.
El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (UN DESA) divide el planeta en seis regiones marco: Asia, África, Europa, América Latina y Caribe (1), Norteamérica y Oceanía. Todas sus publicaciones incluyen un estudio comparativo a esta escala, antes de indagar qué ocurre en detalle dentro de cada ámbito regional.
Reproducimos a continuación los datos de población residente extranjera en los seis conjuntos regionales globales. A primera vista, por lo que respecta a América Latina y Caribe (ALC), descubrimos que el fenómeno inmigratorio tiene una importancia relativa, si se compara con otros ámbitos. Con 14,8 millones de inmigrantes, ALC ocupa un quinto lugar, detrás de Europa, Asia, Norteamérica y África, sólo por delante de Oceanía, que tiene una población inmigrante de 9,4 millones de personas.
Si calculamos los porcentajes de la población inmigrante respecto de la población total de cada región, ALC sigue ocupando una posición retrasada. Su proporción de población inmigrante (2,3%) resulta mucho menor que los de Oceanía (22%), Norteamérica (15,9%) o Europa (11,6%).
Teniendo en cuenta que el 60% de la migración internacional es migración laboral, según informes de UN DESA y de la Organización Internacional del Trabajo, resulta muy comprensible la relativa importancia del fenómeno inmigratorio en ALC, porque, en comparación con las principales regiones de destino, es un conjunto de países menos desarrollados, que no tienen necesidad apremiante de mano de obra extranjera. ALC, en cambio, es un reservorio de emigrantes hacia USA y Europa Occidental.
El doble de inmigrantes en 15 años
Pero el análisis de los datos permite descubrir interesantes tendencias solapadas, o incipientes. Así, a pesar de su menor importancia relativa actual, ALC es la región con la mayor tasa de crecimiento de inmigración en los últimos quince años. Su población inmigrante se ha duplicado en ese periodo, pasando de 7 a 15 millones de residentes extranjeros, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en su informe anual de 2022.
Con gran diferencia, la mayor migración internacional reciente entre países de ALC ha sido la salida de, por lo menos, 4 millones de venezolanos, durante los años 2014-2020, provocada por la crisis de derechos humanos y los problemas políticos y socioeconómicos acarreados por la instalación progresiva de la República Bolivariana de Venezuela. En 2015, el número de inmigrantes internacionales en ALC procedentes de la misma región era de 6 millones; en 2020, el número correspondiente ascendía a más de 11 millones (ver tabla). Esta migración forzada, intrínsecamente distinta de la migración laboral, muy próxima a los desplazamientos de población causados por conflictos bélicos (en Siria, Sudán, o en Ucrania, por ejemplo) y a los desplazamientos desencadenados por crisis ambientales, podría haber afectado, en realidad, a una población mucho mayor. En concreto, la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) la estima en 7,71 millones, como mínimo.
Norteamérica, primer destino
La migración hacia América del Norte es un rasgo fundamental de la región de ALC. En 2020 residían en América del Norte más de 25 millones de migrantes de esta región (ver tabla). La población de ALC que vive en América del Norte ha aumentado considerablemente con el tiempo, desde los 10 millones estimados para 1990. Otros 5 millones se encontraban en Europa en 2020; aunque esta cifra ha aumentado solo ligeramente desde 2015, el número de migrantes de ALC que viven en Europa se ha cuadruplicado con creces desde 1990. Otras regiones, como Asia, tenían números muy bajos de migrantes de ALC en 2020. Entre las razones para migrar más importantes podemos mencionar la búsqueda de mejores salarios, el alto nivel de desempleo, la inestabilidad política y la corrupción.
Las razones antes mencionadas han convertido a América Latina en una región con mucha movilidad. En los últimos años, Argentina, Venezuela y Colombia han sido los principales países receptores de inmigración en la región. Sin embargo, Estados Unidos se ha mantenido como uno de los principales destinos para los migrantes centroamericanos.
La migración hacia el norte sigue siendo una tendencia importante, pero se está volviendo más difícil ante los crecientes controles de la inmigración. En 2018, nació una nueva forma de migración masiva: las caravanas migratorias. Uno de los primeros episodios se remonta al 13 de octubre de 2018, cuando miles de migrantes centroamericanos recorrieron miles de kilómetros a pie, desde San Pedro Sula en Honduras hasta Estados Unidos. Esta modalidad migratoria ha crecido entre 2019 y 2022, registrando un incremento del 143% en el número de inmigrantes irregulares entrando a México a través de caravanas.
La dinámica migratoria del Caribe siguió caracterizándose fundamentalmente por la emigración. La mayoría de los migrantes internacionales procedentes del Caribe son migrantes extrarregionales que han elegido principalmente América del Norte y Europa como regiones de destino. Los corredores de Cuba y de la Republica Dominicana hacia los Estados Unidos de América figuran entre los mayores de la subregión. La migración intrarregional sigue siendo relativamente baja en el Caribe, pero ha ido aumentando también con el tiempo, y se estima que a mediados de 2020 había en ALC cerca de 860.000 migrantes internacionales procedentes de la subregión, casi el doble que en 1990. Las iniciativas y organizaciones intergubernamentales regionales, como la Organización de Estados del Caribe Oriental y el Mercado y Economía Únicos de la Comunidad del Caribe, que se han propuesto acrecentar la libertad de circulación, han contribuido al crecimiento de la migración en la subregión. También ha aumentado considerablemente la inmigración en los últimos años, por la llegada de emigrantes y refugiados venezolanos.
Más movimiento en el interior de Sudamérica
La migración intrarregional ha crecido con rapidez en América del Sur, y las mujeres han contribuido a ese crecimiento. Aproximadamente el 80% de los migrantes de América del Sur son intrarregionales. Su número ha aumentado desde 2010, hasta casi igualar el número de sudamericanos que viven fuera de la subregión. Este crecimiento es el resultado de varios factores, entre ellos el descenso de la inmigración en Europa, el endurecimiento de las políticas de inmigración en el extranjero, la evolución positiva de las políticas migratorias a nivel regional y nacional, las mayores oportunidades de empleo en América del Sur, el aumento de los medios para comunicarse y la reducción de los costos de transporte, y el desplazamiento transfronterizo desde Venezuela.
Un dato importante es que, en los mayores países de destino –Argentina y Chile–, las mujeres superan a los hombres entre los migrantes sudamericanos. Las inmigrantes trabajan predominantemente en el servicio doméstico y el cuidado de personas, dos sectores de empleo que han crecido debido al envejecimiento de la población y a la mayor participación de las mujeres de clase media en la fuerza laboral.
Acogida de venezolanos
Más de medio millón de venezolanos solicitaron asilo en Perú en 2023, mientras que aproximadamente 134.000 ingresaron a España como refugiados. No obstante, gracias a la cercanía y sus programas de protección –como “Visibles”–, Colombia fue el mayor receptor de migrantes venezolanos del mundo, que en julio de 2021 superaban los 1,7 millones. En ese momento, los otros principales países sudamericanos de acogida de venezolanos eran el Perú (más de 1 millón), Chile (cerca de 460.000) y Ecuador (más de 360.000).
Se han implementado iniciativas de regularización masiva para apoyar a los venezolanos, de los que más de la mitad está en situación irregular. En febrero de 2021, Colombia aplicó una política que ofrecía a los venezolanos desplazados una protección temporal por los próximos 10 años. Un estudio realizado en agosto de 2020 reveló que países como el Brasil y Perú estaban concediendo visados humanitarios a una proporción sustancial de los venezolanos.
La pandemia mundial trastornó la migración en América del Sur, con efectos en la migración de retorno y en los desplazamientos. En abril de 2020, el 92% de los países de las Américas habían cerrado sus fronteras para frenar la propagación del virus de la COVID-19. Entre otros, emprendieron el retorno migrantes bolivianos y peruanos que vivían en Chile y migrantes paraguayos residentes en el Brasil. La conjunción de estos retornos masivos, en muchos casos a pie, con las restricciones de la movilidad, dejó a muchos migrantes varados en ciudades fronterizas, en condiciones insalubres. Los migrantes que pudieron llegar a sus países se vieron enfrentados también a problemas jurídicos y socioeconómicos, como la búsqueda de un empleo, la legalización de su situación y las reacciones xenófobas.
Concluyendo, a la hora de estudiar las migraciones internacionales de los países de ALC, en lo sucesivo, será necesario también prestar mucha atención a los patrones migratorios entre naciones de la región.
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(1) Originalmente, este artículo pretendía cubrir exclusivamente los países sudamericanos, pero, finalmente, hemos optado por abordar todos los países de América Latina y Caribe porque constituyen una de las piezas del mapa regional del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU. La denominación “países de América Latina y Caribe” tiene dos virtudes fundamentales: 1) Incluye todos los países de herencia española y portuguesa; 2) Considera también los pequeños, pero sustanciales, enclaves de herencia británica, francesa, holandesa y norteamericana entre los países americanos “al sur de Río Grande”.