En medio de una situación de casi 9 meses de encierro, seis personas se refugian en la Embajada de Argentina en Caracas, según relata Omar González en una entrevista con DW.
Todo comenzó el 20 de marzo pasado, durante la campaña electoral, cuando el régimen de Nicolás Maduro acusó por terrorismo, conspiración y traición a la patria a los seis principales integrantes del equipo proselitista de la candidata opositora María Corina Machado.
Los denunciados lograron asilo en la Embajada argentina, pero posteriormente Caracas ordenó la expulsión de los diplomáticos argentinos y les impidió a los asilados partir hacia Argentina.
En palabras de González, se encuentran bajo un fuerte asedio, sin suministro eléctrico constante, sin acceso a agua potable, sin servicio de agua y con restricciones en la comida, en una situación que describe como un “terrorismo psicológico” por parte del régimen.
El caso ha captado la atención internacional, con expresidentes de América Latina y España denunciando el intento de convertir la Embajada argentina en una extensión de la cárcel del régimen venezolano, violando así los principios del derecho internacional y humanitario.
Según el periodista venezolano Omar Lugo, el trato hacia los asilados es inhumano y degradante, constituyendo una violación flagrante de los derechos humanos.
La complejidad del caso abarca aspectos políticos, diplomáticos, de derechos humanos y legales, incluyendo violaciones a la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas, como señala el licenciado Agustín Real.
La situación se complica aún más con la confrontación discursiva entre los líderes involucrados, el papel geopolítico de Venezuela y la degradación de las prácticas diplomáticas en la región, según expertos consultados.
En este escenario crítico, la solución parece depender de negociaciones políticas de alto nivel que aún no se vislumbran en el horizonte, dejando en vilo el futuro de los asilados.
Se plantean posibles vías de salida, como la otorgación de salvoconductos para permitir la salida de los asilados hacia Argentina, en una operación organizada por Brasil, así como el papel mediador del papa y la intervención de países de la región para una solución pacífica.
Para los seis asilados, cada día cuenta, mientras claman por su liberación inmediata, reafirmando su inocencia y la necesidad de una resolución urgente.