Tras solo tres meses en el cargo de jefe del Gobierno francés, Michel Barnier fue destituido este miércoles por una moción de censura respaldada por la izquierda y la extrema derecha. Esta situación coloca al presidente de la República, Emmanuel Macron, en la difícil tarea de encontrar una solución al actual estancamiento político en Francia.
La moción de censura recibió un total de 331 votos a favor, muy por encima de los 288 necesarios para forzar la dimisión del Ejecutivo. Ahora, se espera que Macron se dirija al país en un discurso este jueves para esbozar sus planes futuros.
Barnier, reconocido negociador de la UE para el Brexit, fue seleccionado en septiembre por su habilidad para alcanzar acuerdos, pero fracasó en la construcción de un presupuesto para el próximo año, convirtiéndose así en el primer ministro más fugaz de Francia desde la Segunda Guerra Mundial.
Antes de la votación, Barnier, de 73 años, advirtió sobre los riesgos de la inestabilidad política en el país, pero sus palabras no lograron cambiar el curso de una moción de censura que parecía inminente desde que la líder ultraderechista Marine Le Pen rompió las negociaciones el lunes pasado.
La izquierda, con mayoría en la cámara con 193 escaños, presentó la moción de censura, la cual recibió el apoyo de la extrema derecha, que cuenta con casi 140 diputados y fue el partido más votado en las últimas elecciones legislativas con 11 millones de votos.
Tras la votación, los líderes de distintos partidos se pronunciaron. Barnier recibió críticas de socialistas, comunistas y ecologistas, mientras que fue defendido por la derecha tradicional, centristas y el macronista Gabriel Attal, su predecesor en el cargo.
La pelota en el tejado de Macron
Con la dimisión de Barnier, Macron se enfrenta nuevamente a una situación compleja, similar a la de julio pasado, cuando se encontró con una Asamblea dividida en tres bloques irreconciliables, lo que complicó la gobernabilidad del país.
En los próximos días, Macron deberá encontrar un nuevo primer ministro capaz de sacar a Francia del bloqueo político y adoptar un nuevo presupuesto para el próximo año, en un momento en el que la economía del país se tambalea y la prima de riesgo francesa se acerca a la de Grecia.
La Constitución francesa no establece un plazo para el nombramiento de un nuevo Ejecutivo, por lo que el actual puede seguir gestionando los asuntos corrientes en funciones. Macron tiene una agenda ocupada este fin de semana, recibiendo a varios jefes de Estado y al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para la reapertura de la catedral de Notre Dame.
Francia se adentra en un período de incertidumbre ante esta situación inédita. Solo una vez antes se ha aprobado una moción de censura en 1962, pero en esa ocasión se disolvió la Asamblea Nacional y se celebraron nuevas elecciones. Ahora, Macron se encuentra limitado en sus opciones para superar la crisis política actual.
Con información de efectococuyo.com