El presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, ha sido objeto de acusaciones infundadas por parte de funcionarios del gobierno venezolano, cuatro meses después de su victoria en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Estas acusaciones, que carecen de pruebas, han sido desmentidas por medios de Venezuela, El Salvador, España y Colombia, pero persisten en ciertos sectores del oficialismo.
Durante la instalación del “Comité por la Justicia de las Víctimas del Fascismo de julio de 2024”, el fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, culpó a González Urrutia y al periodista Leopoldo Castillo de ser responsables de la muerte de siete jesuitas en 1989. Estos sacerdotes fueron asesinados por el ejército salvadoreño durante la Guerra Civil en El Salvador, en un episodio conocido como “Mártires de la UCA”.
Sin embargo, tanto Castillo como González Urrutia estuvieron desempeñando funciones diplomáticas en El Salvador en fechas que no coinciden con los trágicos acontecimientos de 1989. Castillo fue embajador en El Salvador desde noviembre de 1981 hasta enero de 1983, mientras que González Urrutia era asistente del embajador durante el mismo período.
El proceso de reinstitucionalización y pacificación en El Salvador después de la guerra civil involucró la intervención de organismos internacionales como las Naciones Unidas y la creación de una Comisión de la Verdad. Enrique Ter Horst, representante de la ONU en El Salvador, asegura que los responsables de los asesinatos de los jesuitas fueron juzgados y condenados.
A pesar de la falta de evidencia que vincule a González Urrutia con los asesinatos, las acusaciones en su contra han sido impulsadas por voceros oficialistas en Venezuela. Estas narrativas, que tienen su origen en una campaña de estigmatización contra Leopoldo Castillo, han sido desmentidas por diversas fuentes de verificación.
En resumen, las acusaciones infundadas contra el presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia, en relación con los asesinatos de los jesuitas en El Salvador en 1989 carecen de sustento y han sido desacreditadas por organismos internacionales y medios de comunicación. Es importante que la verdad prevalezca sobre la desinformación en el ámbito político.