En una operación liderada por militantes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) bajo el mando de Abu Mohammed al-Jolani, la prisión siria de Saydnaya, cerca de Damasco, fue tomada el domingo 8 de diciembre. Este suceso se produjo tras la entrada de los insurgentes en la capital y la huida del presidente Bashar al-Assad a Rusia.
Durante el asalto a las instalaciones, miles de personas, en su mayoría opositores al régimen de Al-Assad, fueron liberadas. Muchos de ellos llevaban años encarcelados desde el inicio de la guerra civil en 2011, e incluso más tiempo. Tras su liberación, los detenidos se reunieron con sus familias, quienes creían que habían sido ejecutados.
A pesar de las liberaciones, aún hay familiares buscando a sus seres queridos desaparecidos en los oscuros pasillos de Saydnaya. Los Cascos Blancos, un grupo de defensa civil, desplegó cinco equipos de emergencia especializados en la prisión para investigar posibles entradas secretas y celdas subterráneas ocultas.
La Asociación de Detenidos y Desaparecidos de la Prisión de Saydnaya (ADMSP) emitió un comunicado negando la existencia de celdas subterráneas, afirmando la liberación del último detenido. Sin embargo, continúan los esfuerzos por parte de los equipos de emergencia para buscar pruebas de detenidos más allá de los liberados.
Saydnaya, ubicada 30 km al norte de Damasco, ha sido descrita como un campo de exterminio por grupos de derechos humanos y supervivientes. Desde 2011, se estima que entre 5,000 y 13,000 personas fueron ejecutadas en la prisión, la mayoría mediante ahorcamientos.
La brutalidad del régimen de Al-Assad se desató en Saydnaya, convirtiéndola en un lugar de detenciones, torturas y ejecuciones tras las protestas de la Primavera Árabe. La lucha por la justicia continúa para los supervivientes y las familias de los desaparecidos, mientras los equipos de emergencia siguen investigando en busca de la verdad.