Falta menos de quince días para una fecha que podría marcar un hito en la política de Venezuela: el 10 de enero de 2025. A pesar de los esfuerzos de varios partidos de la oposición por mantener la unidad en torno a Edmundo González Urrutia, hay señales que indican fisuras en su cohesión, lo que podría complicar sus planes de cambio.
La oposición venezolana ha experimentado divisiones significativas desde el 28 de julio. Según el politólogo Esteban Oria, esta fragmentación ha debilitado su capacidad de influir en la opinión pública y de presentar una postura unificada ante el régimen de Nicolás Maduro.
Recientemente, Primero Justicia respaldó la decisión de la Asamblea Nacional de 2015 de extender sus funciones, a pesar de las objeciones de líderes como Henrique Capriles y Tomás Guanipa. Esta situación refleja las tensiones internas dentro del partido, que se han agravado con la decisión de la Comisión Delegada de prorrogar el mandato de la AN de 2015.
Según la periodista Celina Carquez, las disputas internas en Primero Justicia han alcanzado niveles críticos, con acusaciones graves entre sus dirigentes. Estas divisiones se remontan a 2017, cuando Julio Borges se exilió y se negó a firmar un acuerdo de diálogo con el gobierno de Maduro. Desde entonces, las diferencias entre las facciones de Borges y Capriles se han profundizado.
Juan Requesens, exdiputado de PJ, atribuye los problemas internos del partido a la falta de respeto, tolerancia y diversidad entre sus líderes. Las acusaciones mutuas entre las corrientes de Borges y Capriles han complicado aún más la situación política de la oposición.
En medio de esta crisis interna, Julio Borges ha expresado su posición de mantener la lucha por la democracia en Venezuela, mientras critica a quienes buscan normalizar la participación de PJ en las elecciones futuras. Esta división en el partido podría afectar su capacidad de enfrentar al régimen de Maduro en el futuro cercano.