En el Catatumbo, una región colombiana rica en recursos naturales pero azotada por la violencia, se ha desencadenado una ola de enfrentamientos entre el ELN y disidencias de las FARC, dejando a su paso más de 80 muertos y 30,000 desplazados desde mediados de enero. Esta crisis humanitaria ha llevado al gobierno a declarar el estado de conmoción interior en el área, poniendo en peligro los esfuerzos de paz del presidente Gustavo Petro.
El control del Catatumbo, una región estratégica de más de 4,800 km² en la frontera con Venezuela, ha sido disputado por grupos armados durante décadas debido a su importancia como corredor logístico. Su riqueza en recursos naturales como petróleo, coca y bosques lo convierte en un semillero de economías ilícitas, alimentando conflictos armados y la presencia de grupos insurgentes y paramilitares.
A pesar de los intentos de paz y los acuerdos firmados, la región del Catatumbo ha sido escenario de violencia y terror constante. La falta de inversión en infraestructura y desarrollo ha dejado a sus habitantes vulnerables a la explotación y a la violencia desmedida. La presencia de grupos armados y la influencia de Venezuela en la zona complican aún más la búsqueda de soluciones pacíficas.
El futuro del Catatumbo y de Colombia en su conjunto parece depender en gran medida de la resolución de los conflictos en esta región. Las elecciones presidenciales que se avecinan y la compleja relación entre los gobiernos de Petro y Maduro añaden incertidumbre a un escenario ya tenso. El destino del Catatumbo podría marcar el rumbo del país en materia de seguridad y paz en los próximos años.