Las lluvias torrenciales que azotaron el condado de Los Ángeles extinguieron en gran medida los devastadores incendios que habían estado asolando la región. Sin embargo, la intensidad de las precipitaciones generó alertas de riesgo por inundaciones.
La primera tormenta significativa en el condado de Los Ángeles en más de ocho meses provocó el cierre de escuelas y carreteras en la ciudad de Malibú, que había sido afectada por el incendio en el lujoso barrio de Pacific Palisades. Las autoridades tomaron esta medida debido a las peligrosas condiciones de las carreteras y a los problemas de acceso.
Según informó Efe, el Servicio Nacional de Meteorología (NWS, por sus siglas en inglés) advirtió en su último boletín sobre una disminución de las precipitaciones a lo largo del día, que se transformarán en «lluvias y tormentas aisladas en curso en Ventura y el condado de Los Ángeles».
Las lluvias intensas del fin de semana, acompañadas de tormentas eléctricas en algunas zonas afectadas por los incendios, dieron un respiro a los históricos fuegos después de 20 días de arduos trabajos de contención por parte de los equipos de socorro desplegados entre las llamas.
El incendio de Palisades, el más violento de una serie de fuegos que azotaron Los Ángeles desde el 7 de enero, logró ser contenido en un 94% después de arrasar más de 9.300 hectáreas, según el departamento de bomberos (Cal Fire). Mientras tanto, el incendio de Eaton en la ciudad de Pasadena se encuentra controlado en un 98% y Hughes, el foco que se desató la semana pasada en el norte del condado, en un 95%.
Desde su inicio el pasado 7 de enero, los incendios han cobrado la vida de 28 personas y destruido más de 15.000 estructuras, obligando a evacuar a más de 150.000 personas. Este desastre pasará a la historia de Estados Unidos como uno de los desastres naturales más costosos.