La agencia federal de Estados Unidos encargada de la investigación médica, los Institutos Nacionales de Salud (NIH), ha anunciado un recorte significativo de fondos destinados a universidades y centros de estudio. Este recorte afectará los costos indirectos de investigación, limitándolos al 15%, en contraste con el «60% o más» que algunos institutos cobran actualmente.
Según la agencia, esta medida representará un ahorro de más de 4.000 millones de dólares al año. Estos costos indirectos se utilizan para el mantenimiento, la adquisición de equipos y el pago de personal administrativo en laboratorios de investigación.
Sin embargo, este recorte ha sido duramente criticado por la comunidad científica y académica. Científicos advierten que impactará negativamente en la investigación de enfermedades como el cáncer y las neurodegenerativas, y que podría frenar la innovación en este campo.
Matt Owens, presidente de COGR, una asociación de institutos de investigación y centros médicos académicos, ha expresado su preocupación por las consecuencias de esta decisión. Según Owens, este recorte podría paralizar la investigación y afectar la competitividad de Estados Unidos en el ámbito científico.
Por otro lado, el anuncio de los NIH ha sido bien recibido por el multimillonario Elon Musk, quien lidera una comisión especial encargada de reducir el gasto federal. Algunos legisladores republicanos también han aplaudido esta medida, argumentando que afectará principalmente a universidades prestigiosas que promueven una ideología progresista.
En resumen, el recorte de fondos de los NIH a universidades y centros de estudio ha generado un debate acalorado en la comunidad científica y académica. Mientras algunos ven esta medida como un ahorro necesario, otros la consideran una amenaza para la investigación biomédica y la innovación en el país.