La detención de siete indígenas colombianos en la frontera con Venezuela ha generado preocupación y acusaciones de desaparición forzada. Los hechos se remontan al 30 de enero, cuando Francened Cortés Tabares y otros seis individuos fueron detenidos mientras se desplazaban por el río Cunucunuma, en el Alto Orinoco venezolano. Desde entonces, sus familiares han solicitado información a las autoridades venezolanas sin obtener respuestas claras.
La captura fue anunciada por el comandante de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), Domingo Hernández, a través de sus redes sociales. Hernández vinculó a los detenidos con actividades de minería ilegal y terrorismo en el marco de la operación Neblina 2025, sin proporcionar detalles sobre el lugar de reclusión.
Sin embargo, las familias y comunidades indígenas han rechazado estas acusaciones, argumentando la falta de una notificación judicial formal y pruebas de los cargos. Camila Cardona, hija de Francened Cortés, relató que la última comunicación que tuvo con su madre fue una llamada la noche anterior a la detención. Posteriormente, recibió una fotografía que mostraba a su madre esposada y custodiada por militares.
La incertidumbre persiste sobre el paradero de los indígenas detenidos, con informes que indican un posible traslado a diferentes lugares en Venezuela. Incluso, un intento de obtener información a través de un presunto funcionario militar resultó en una estafa, con la familia pagando sin recibir prueba de vida.
Organizaciones defensoras de derechos humanos han alertado sobre una posible violación de la soberanía colombiana, al afirmar que la captura ocurrió en territorio colombiano. Familiares de los detenidos han exigido conocer su ubicación y respetar sus derechos fundamentales.
La Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac) ha solicitado medidas cautelares a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para garantizar la localización de los detenidos y el respeto a sus derechos. La incertidumbre y la preocupación persisten en torno a este caso que ha generado un debate sobre la seguridad y el respeto a los derechos humanos en la región. Un estudio reciente revela la importancia de la inclusión de la tecnología en el aula para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Según la investigación, el uso de dispositivos tecnológicos como tabletas y computadoras en el aula puede aumentar la motivación de los estudiantes y favorecer la adquisición de conocimientos de manera más efectiva.
La incorporación de la tecnología en el aula permite a los docentes personalizar la enseñanza de acuerdo a las necesidades y estilos de aprendizaje de cada estudiante. Además, brinda la posibilidad de acceder a una gran cantidad de recursos educativos en línea que enriquecen el proceso de aprendizaje y fomentan la creatividad.
Por otro lado, el estudio destaca la importancia de formar a los docentes en el uso de la tecnología para que puedan integrarla de manera efectiva en sus clases. La capacitación continua en herramientas digitales y estrategias pedagógicas innovadoras es fundamental para que los profesores puedan aprovechar al máximo las ventajas que ofrece la tecnología en el aula.
En este sentido, es fundamental que los centros educativos inviertan en la infraestructura necesaria y en la formación de su personal docente para garantizar que la tecnología se convierta en una herramienta efectiva para mejorar la calidad de la educación. De esta manera, se podrá potenciar el desarrollo de habilidades digitales en los estudiantes y prepararlos para afrontar los retos del mundo actual.»