Tras un paréntesis de tres años, los conservadores alemanes han vuelto al poder en Alemania al ganar las elecciones generales de este domingo. Sin embargo, se enfrentan a la tarea de formar una coalición de gobierno en un momento geopolítico convulso, con una ultraderecha más fuerte que nunca en la oposición.
El bloque conservador conformado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su contraparte bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), ha logrado alrededor del 28,4% al 28,8% de los votos, según los pronósticos de las cadenas públicas ARD y ZDF. Friedrich Merz, quien será el próximo canciller de Alemania, afirmó: «Hemos ganado estas elecciones al Bundestag. El mundo no espera y tampoco nos espera a nosotros, ni a largas y difíciles negociaciones de coalición».
Merz ha señalado que es crucial formar una coalición antes de abril, con la esperanza de finalizar las negociaciones para Semana Santa. Dado que la CDU no cuenta con mayoría en la Cámara Baja, necesitará negociar una coalición, posiblemente de tres bandas, para garantizar la estabilidad del Gobierno.
En medio de un panorama geopolítico incierto, con la administración de Donald Trump en Estados Unidos y la guerra en Ucrania, Merz se enfrenta al desafío de sacar a la primera economía europea de la recesión. Además, ha condicionado un acuerdo de coalición a políticas migratorias más estrictas.
La ultraderecha, representada por AfD, se consolida como la principal fuerza de oposición en el Parlamento alemán. Por su parte, el Partido Socialdemócrata (SPD) registra su peor resultado en décadas, lo que plantea un escenario complejo para la formación de la coalición gubernamental.
Los Verdes y La Izquierda también jugarán un papel importante en las negociaciones para la coalición, mientras que los liberales de la FDP podrían quedar fuera del Parlamento. En este contexto, Merz deberá buscar alianzas estratégicas para garantizar la estabilidad y el funcionamiento del nuevo Gobierno alemán.