Iván Valera, uno de los 33 detenidos, relata cómo ocurrieron los hechos en el local donde fue arrestado, alegando que es inocente y que toda esta situación les ha perjudicado ante la opinión pública.
¡Manos arriba, quédense quietos! La redada tomó por sorpresa a Iván Valera, quien relata que conversaba con un amigo cuando la policía lo arrestó. Él es uno de los 33 detenidos en un local LGBTIQ+ en Venezuela.
Enfrenta, entre otros cargos, una acusación por ultraje al pudor -delito referido a actos obscenos en público, con penas de 3 a 15 meses de prisión-, en un caso que activistas consideran consecuencia de una política de “homofobia de Estado”.
“En ningún momento nos indican qué es lo que estaba pasando, lo que nos hacían ver ellos es que estábamos en flagrancia de un delito”, dice Valera, de 30 años, en una entrevista con la AFP.
“No estaba ocurriendo ninguna acción indebida”, agrega el hombre a las afueras del tribunal, adonde acudió a buscar su teléfono celular, incautado en el momento del arresto. Está en libertad condicional.
“Los 33”, como ahora son popularmente conocidos, fueron detenidos el 23 de julio en el Avalon Man Club, un spa privado en Valencia (estado Carabobo, centro-norte).
Valera recuerda que los oficiales señalaron que se trataba de un operativo de rutina, que habían recibido supuestamente una denuncia anónima por “ruido” y actos públicos indebidos.
Durante la detención, antes de quedar en libertad condicional, asegura que el lenguaje de la policía fue muy homofóbico, aunque señala que garantizaron su bienestar.
El fiscal general Tarek Saab dijo el martes que la causa está aún en investigación, pero que podría terminar en sobreseimiento.
Ansiedad y frustración
El Avalon, que abrió en noviembre pasado, es una sauna destinada principalmente a la comunidad LGBTIQ+, aunque abierto a todo público.
La prensa local publicó que los arrestos ocurrieron por una “fiesta sexual”, lo que Valera niega.
“La mayoría éramos desconocidos, nos estábamos conociendo ese día allí”, afirma el también activista por los derechos humanos. “En ninguna parte del acta policial se indica que se estaba ejerciendo allí un acto sexual”.
“No existía ninguna otra cosa que una conversación entre amigos y un compartir. Sí existían personas que estaban, para quienes no lo sepan, en un sauna, donde generalmente las personas van a relajarse, a conversar”, coincide Alfredo Rodríguez, otro de los hombres que estuvo detenido.
“Se quiere criminalizar una actitud y una conducta que para nada incurría en un hecho delictivo”.
Algunos de los detenidos mantenían su orientación sexual bajo reserva para protegerse de los prejuicios de este país conservador, sin leyes que amparen los derechos de la comunidad, como el matrimonio igualitario o el cambio de la identidad de género. Y quedaron expuestos intempestivamente frente a familiares, compañeros de trabajo.
Araujo cuenta que fue abordado por dos personas en el supermercado que le preguntaron si era uno de “los 33” para luego señalarle que era una “vergüenza”.
Aunque activistas dijeron que habían sido excarcelados, tres hombres siguen aún tras las rejas: el dueño del local y dos empleados, a quienes la justicia les pide fiadores. No ha aceptado, hasta ahora, a ninguno de los garantes que se han presentado.
“Tienen mucha ansiedad, tienen mucha frustración”, señala Jesús Araujo, de 24 años y trabajador del local, también en libertad condicional. “Si uno estuviese consciente de que uno hubiese causado un delito, uno tiene que acatar, pero no lo hay”.