El huracán Otis dejó un rastro de destrucción a su paso por la ciudad de Acapulco, en el sur de México. Calles y casas inundadas, hoteles completamente destrozados, escombros por todas partes, árboles derribados, comunicaciones interrumpidas, hospitales dañados y carreteras bloqueadas son solo algunas de las consecuencias de este fenómeno meteorológico.
Con vientos máximos sostenidos de 260 km/h y rachas de hasta 315 km/h, el huracán Otis alcanzó una categoría 5, convirtiéndose en uno de los huracanes más fuertes registrados en el Pacífico mexicano. Las autoridades aún no han podido precisar el número de víctimas o damnificados debido a las afectaciones en las comunicaciones.
La telefonía, internet y gran parte del servicio eléctrico resultaron dañados por la tormenta, lo que redujo las posibilidades de la población para prepararse adecuadamente. En la zona turística de Acapulco, los huéspedes compartieron imágenes que mostraban la intensidad de los vientos y los refugios improvisados en los salones de los hoteles. Muchos edificios sufrieron daños significativos, con ventanas rotas y objetos volando fuera de las habitaciones.
Videos difundidos en la televisión local también mostraron barrios de Acapulco inundados debido al desbordamiento de ríos y arroyos. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, señaló que no tenía reportes de víctimas debido a la falta de comunicación y describió a Otis como un huracán de una intensidad atípica.
Los daños materiales son evidentes en la ciudad, con estructuras de anuncios derribadas y fachadas de comercios dañadas. Además, se reportaron saqueos en numerosos establecimientos. Las carreteras quedaron bloqueadas debido a los deslaves, lo que dificultó el movimiento de vehículos. La Comisión Federal de Electricidad informó que casi 500.000 clientes perdieron el servicio eléctrico.
Ante esta situación, el gobierno desplegó al Ejército, la Marina y la Guardia Nacional para coordinar las acciones de ayuda. Se abrieron 500 refugios para la población local y se envió un convoy con ayuda humanitaria desde la Ciudad de México, ya que el aeropuerto de Acapulco también resultó afectado.
Los huracanes son una realidad recurrente en México, especialmente en las costas del Pacífico y del Atlántico, entre mayo y noviembre. Sin embargo, pocos alcanzan la categoría 5 y causan un impacto tan significativo como Otis. Es importante destacar que esta misma semana el huracán Norma dejó tres personas muertas y a principios de octubre el huracán Lidia cobró la vida de dos personas.
Acapulco, en particular, ha sido testigo de la furia de los huracanes en el pasado. En octubre de 1997, el huracán Pauline azotó la costa del Pacífico de México como una tormenta de categoría 4, dejando más de 200 personas muertas, algunas de ellas en Acapulco. Los daños en el tendido eléctrico y algunas estructuras cercanas a Acapulco también se reportaron en esta ocasión.
La recuperación de Acapulco y sus habitantes llevará tiempo y esfuerzo, pero la solidaridad y el apoyo tanto nacional como internacional serán fundamentales para superar esta tragedia y reconstruir lo que fue destruido por el huracán Otis.
Con información de efectococuyo.com