Las elecciones regionales que se llevaron a cabo el pasado domingo en Colombia dejaron en evidencia una realidad histórica: el país está fragmentado. Ningún partido, político o movimiento puede considerarse como un gran ganador o perdedor, ya que las dinámicas locales tuvieron más peso que las nacionales en los resultados. Según las encuestas, los colombianos estaban preocupados por temas como la seguridad y la economía familiar, y optaron por opciones que prometían estabilidad y soluciones a sus problemas diarios, en lugar de un cambio radical en el país.
Algunos interpretaron esto como un voto de castigo al presidente Gustavo Petro, pero la situación es más compleja. Si bien Petro sufrió una derrota simbólica en Bogotá, su movimiento político, el petrismo, no cuenta con una gran experiencia ni proyección a nivel local y regional. A pesar de ello, Petro mantiene una aprobación del 30% al 40% en las encuestas, lo que indica que aún cuenta con un respaldo significativo.
Es importante recordar que las elecciones regionales no pueden ser analizadas de la misma manera que las elecciones presidenciales, ya que lo que ocurre a nivel local no siempre refleja lo que sucede a nivel nacional. En el caso de la alcaldía de Bogotá, por ejemplo, fue elegido Carlos Fernando Galán, un político de centroizquierda que combina propuestas nuevas con un continuismo tímido de la gestión de Claudia López, la alcaldesa saliente.
En Medellín, por otro lado, el exalcalde Federico Gutiérrez, representante del uribismo, regresó al poder. En Barranquilla, ganó el oficialismo, mientras que en Cali triunfó la oposición y en Bucaramanga, un antiguo poder con apariencia renovada se impuso. En cuanto a las gobernaciones, los clanes políticos tradicionales, vinculados al empresariado de cada región, demostraron que aún mantienen su influencia.
Cabe destacar que este año se presentaron 35 partidos diferentes, lo cual representa un récord histórico en un país que hace 30 años solo conocía dos partidos políticos. Estas elecciones regionales arrojan algunas conclusiones sobre el momento político que vive Colombia, y aquí presentamos cuatro de ellas:
1. Petro no ha logrado establecer las bases del petrismo: A pesar de que Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia del país en las elecciones generales de 2022, su movimiento, el Pacto Histórico, no tuvo un buen desempeño en estas elecciones regionales. El PH no ganó ni respaldó al ganador en ninguna de las grandes ciudades, solo mantuvo el poder en dos gobernaciones y no será mayoría en ninguna de las asambleas departamentales o concejos municipales. Petro aún tiene pendiente el desafío de establecer un partido sólido y eficiente que tenga presencia en todo el sistema político colombiano.
2. Bogotá elige lo seguro a pesar de su inclinación hacia el progresismo: Aunque Bogotá se ha caracterizado por tener cierta afinidad hacia el progresismo, siempre ha sido un electorado impredecible. Es común que la capital esté gobernada por un político opuesto al presidente en turno. Esto ocurrió con Claudia López y probablemente se repita con Galán. El alcalde electo ganó en su tercer intento y recibió apoyo de votantes de distintas corrientes y partidos, tanto nuevos como vinculados a la vieja política. Galán representa una conjunción de posturas que prometen eficiencia, seguridad y sentido común, sin estar demasiado ligado a una ideología específica. Además, se apoya en el legado de su padre, un político asesinado por los narcotraficantes que buscaba modernizar el liberalismo. Su partido, el Nuevo Liberalismo, tuvo malos resultados en las elecciones legislativas y presidenciales del año pasado, pero logró una victoria aplastante en la alcaldía de Bogotá, lo cual demuestra una vez más que las elecciones regionales y presidenciales son distintas.
3. El antipetrismo es diverso: Aunque Petro recibió un llamado de atención en estas elecciones, la oposición a su movimiento tampoco puede considerarse como la gran ganadora. Si bien la mayoría de los candidatos ganadores se mostraron críticos con el presidente, la diversidad entre ellos dificulta pensar que formen parte de un mismo movimiento. Durante las campañas, la postura hacia Petro no fue la variable principal, sino que jugaron un papel más importante las propuestas de infraestructura, los problemas de seguridad, el acceso a la educación y la salud, así como las dinámicas clientelares locales. Si bien todos los alcaldes de las grandes ciudades serán opositores a Petro, esto no significa que formen parte de un frente unificado que amenace la gobernabilidad del presidente. La relación entre Bogotá y la nación siempre ha sido complicada, tanto con Claudia López como ahora con Galán.
4. Los barones regionales y los partidos tradicionales siguen vigentes: Hace cuatro años, los resultados de las elecciones regionales mostraron una tendencia hacia la elección de figuras nuevas, alejadas de los partidos tradicionales que han gobernado el país durante décadas. Sin embargo, en estas elecciones la tendencia se invirtió y la mayoría de las alcaldías y gobernaciones fueron ganadas por políticos vinculados a estructuras de partidos tradicionales, con fuertes lazos con el empresariado y una forma de hacer política más utilitarista que ideológica. Cada región de Colombia tiene su propio poder económico y político, generalmente representado por familias o grupos de familias con negocios que han establecido una filial política. Petro se acercó a muchos de ellos para ganar la presidencia y ahora tendrá que lidiar con ellos nuevamente en el poder, lo que algunos analistas consideran podría llevar a una mejor ejecución de los recursos. Aunque Petro pudo haber sufrido un golpe en estas elecciones, también es posible que haya ganado en eficiencia.
En resumen, las elecciones regionales en Colombia revelaron una vez más la fragmentación del país y dejaron algunas conclusiones sobre el momento político que se vive. Petro aún debe establecer las bases del petrismo, Bogotá eligió una opción segura a pesar de su histórica inclinación hacia el progresismo, el antipetrismo es diverso y los barones regionales y los partidos tradicionales siguen teniendo influencia en la política nacional.
Con información de efectococuyo.com