La tensión entre el Papa Francisco y la poderosa facción ultraconservadora de la Iglesia católica en Estados Unidos ha alcanzado niveles máximos. El pontífice tomó la decisión esta semana de desalojar de su residencia en el Vaticano al cardenal retirado estadounidense Raymond Leo Burke, quien ha sido abiertamente crítico con su gestión. Esta medida se suma a la destitución, hace tres semanas, de Joseph Strickland, obispo de Tyler (Texas), otro feroz crítico de las reformas y planteamientos del Papa. Estas acciones marcan un nuevo episodio en la batalla ideológica entre el Papa, que busca una visión más abierta e inclusiva de la Iglesia, y los sectores ultraconservadores que defienden una aplicación estricta de las doctrinas e ideas tradicionales. Analizamos lo sucedido y las razones detrás de este conflicto.
El cardenal Raymond Burke, una figura influyente en la Iglesia católica, ha sido un crítico abierto del Papa Francisco y se ha convertido en una figura central dentro de la resistencia ultraconservadora en la institución. Su oposición vocal a las iniciativas papales, especialmente aquellas que promueven reformas progresistas, así como su desacuerdo con el enfoque progresista del Papa en la doctrina y práctica de la Iglesia, han generado una importante fuente de tensión en los últimos años. Burke ha sido especialmente beligerante frente a las reformas del Papa, desafiando abiertamente el enfoque del Vaticano en cuestiones como la postura hacia la comunidad LGBTI y el papel de los laicos en los asuntos de la Iglesia. También ha participado en movimientos católicos ultraconservadores que desafían abiertamente la dirección establecida. Como respuesta, el Papa Francisco decidió desalojarlo de su apartamento en el Vaticano y revocar su salario, una medida sin precedentes durante su papado.
El obispo Joseph E. Strickland fue destituido por el Papa Francisco el pasado 11 de noviembre de su cargo en la diócesis de Tyler, Texas, después de que se negara a renunciar tras una investigación del Vaticano. La investigación determinó irregularidades en la administración de las finanzas por parte de Strickland y concluyó que no debía continuar en el cargo. Sin embargo, la teóloga y abogada canónica estadounidense Dawn Goldstein afirma que “no se encontró criminalidad, solo mala gestión. En el caso de cualquier otro obispo, no habría sido destituido”. Goldstein sostiene que la oposición abierta de Strickland a Francisco fue el verdadero motivo de su destitución, destacando que pasaba mucho tiempo en internet instando a los fieles a desobedecer al Papa y acusándolo de socavar la fe transmitida por Jesús a través de los apóstoles. Goldstein argumenta que hacer tal acusación es declararse en cisma con respecto al Papa. Además, Strickland ha sido especialmente activo en las redes sociales, utilizando estas plataformas como medio para expresar su desacuerdo con el actual líder del Vaticano.
Es importante destacar que las acciones disciplinarias del Papa Francisco contra el cardenal Burke y Strickland son de naturaleza administrativa y no penal. Ninguno de los dos ha sido acusado de un delito. Sin embargo, ambos han demostrado, a su manera, que no han actuado como corresponde a un obispo, que debe actuar en unión con el Papa y no en su contra, según explica Dawn Goldstein.
El Papa Francisco ha mostrado cada vez más abiertamente su oposición a los sectores ultraconservadores de la Iglesia católica. Durante una reunión con jesuitas en una cita de jóvenes católicos en Lisboa (Portugal) en agosto, el pontífice señaló directamente a la ala dura de la institución en Estados Unidos. Según sus palabras, “en Estados Unidos la situación no es fácil: hay una actitud reaccionaria muy fuerte. Está organizada y moldea la pertenencia de la gente, incluso emocionalmente”. Además, invitó a sus críticos a comprender que “hay una evolución apropiada en la comprensión de las cuestiones de fe y moral” y que es “inútil” mirar hacia atrás. El Papa ha criticado abiertamente a los ultraconservadores, argumentando que cuando “la ideología reemplaza a la fe, la membresía en un sector de la Iglesia reemplaza la membresía en la Iglesia”.
Tanto el cardenal Burke como el obispo Strickland se alinean con el cada vez más poderoso sector de línea dura dentro de la Iglesia católica en Estados Unidos. En este país, donde los católicos representan aproximadamente un 20% de la población, existen posiciones progresistas y conservadoras en equilibrio. Sin embargo, la jerarquía eclesiástica estadounidense se inclina cada vez más hacia la línea dura, defendiendo las doctrinas tradicionales frente a los intentos de reforma del Vaticano bajo el liderazgo del Papa Francisco. Dawn Goldstein señala que este grupo ultraconservador es muy poderoso, cuenta con apoyos en el mundo empresarial y controla una amplia red de medios de comunicación en los que difunde sus ideas y críticas al Papa. Además, han trabajado durante años para que sus medios sean los altavoces de los católicos y para que su narrativa sea la narrativa autorizada. Entre los asuntos que han radicalizado a las élites católicas estadounidenses se encuentra el tema del aborto, que ha desempeñado un papel fundamental.
Con información de efectococuyo.com