Gasolina subsidiada por «cita» genera dudas sobre su efectividad.
El gobierno de Nicolás Maduro prevé eliminar con una aplicación las largas colas en gasolineras que venden combustible subsidiado. Esas extensas filas en Venezuela se resuelven produciendo suficiente gasolina, según expertos.
La propuesta del gobierno de Venezuela de dar citas para comprar gasolina subsidiada genera desconcierto entre los venezolanos y dudas de su éxito entre expertos.
Jesús Ramírez, de 50 años, acumula tres horas esperando en una extensa fila de vehículos en una estación de servicio en Sarría, una barriada al norte de Caracas, para poder cargar el combustible a precio preferencial, equivalente a 2 centavos de dólar por litro.
Es taxista y tres veces por semana hace kilométricas filas para surtir su auto. Para ahorrarse esa espera, tendría que pagar medio dólar por litro en las gasolineras que venden el combustible, que son el 60 % de todas las estaciones de servicio del país.
Ramírez, sin embargo, no tiene suficiente dinero para esos precios “internacionales, como los llama el gobierno, por lo que aguarda con paciencia y algo de resignación.
“¡Imagínate cómo estamos!”, dice Ramírez, aún sin comprender el anuncio oficial sobre el nuevo mecanismo para llenar el tanque a menor precio en Venezuela.
El presidente de la estatal petrolera PDVSA, Pedro Tellechea, informó el viernes pasado que se prevé implementar una aplicación para que el suministro de gasolina subsidiada sea por citas, a fin de eliminar las colas.
Aún sin fecha de lanzamiento ni una modalidad detalladas, los conductores tendrían que registrarse en el sistema digital para tener programada “su hora, minuto y segundo cuando le corresponda el abastecimiento de combustible”, dijo Tellechea, también ministro de Energía del gobierno de Nicolás Maduro.
Ramírez, por su parte, no tiene claro si el plan será exitoso en una Venezuela que suma años de dificultades en el sector energético. “Si funciona, bienvenido sea”, apunta.
Otros clientes desconfían del incipiente programa tecnológico para surtirse de gasolina. “Igualito vamos a hacer cola, es lo mismo”, expresa la venezolana María Pérez, antes de adelantar su vehículo a medida que la fila de carros se mueve en la estación.
Jeyson Cardoza, de 42 años, aguarda en la misma gasolinera. Vive a 38 kilómetros de la capital venezolana donde las colas duran días enteros. “Son un desgaste”, dice, pero explica que no tiene alternativa. Para él, es “fuerte” pagar más cara la gasolina.
“Cada vez que ellos -el gobierno- inventan algo, la cosa se pone peor. No sé si va a funcionar lo que ellos quieren hacer o si va a traer más consecuencias”, manifiesta.
En otra gasolinera, en San Bernardino, Caracas, Pedro Marín está dispuesto a darle una oportunidad a la aplicación. “Si va a mejorar el servicio, bienvenida sea”, dice el también taxista, cuyo parabrisas tiene grabado el número 451, su turno para llenar el tanque.