Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ha visto cómo su relación con líderes como Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia se ha visto erosionada en el año 2024, debido a los resultados de las elecciones de julio. A pesar de las controversias sobre la transparencia de los comicios, Maduro ha encontrado un aliado sólido en Daniel Ortega, presidente de Nicaragua.
Ortega expresó su apoyo a Maduro al declararlo como el presidente legítimo, a pesar de las críticas internacionales hacia ambos gobiernos por su gestión autoritaria. Venezuela, Nicaragua y Cuba mantienen una alianza ideológica con gobiernos de izquierda, siendo considerados regímenes autoritarios por muchos países y organismos internacionales.
Ambos países comparten similitudes en sus políticas represivas, con prácticas como detenciones arbitrarias, torturas y censura generalizada. Ortega ha concentrado poderes en su figura y en la de su esposa, Rosario Murillo, mientras que Maduro renovó su mandato en elecciones cuestionadas por la comunidad internacional.
Tanto en Venezuela como en Nicaragua, se ha observado un éxodo migratorio significativo, principalmente hacia Estados Unidos, donde los solicitantes de asilo reciben protección especial. Los paralelismos entre ambos países se refuerzan este 2024, especialmente en la forma en que enfrentan la disidencia y operan sus procesos electorales.
Otras medidas utilizadas por ambos gobiernos incluyen el exilio y la cancelación de pasaportes a opositores políticos, con un enfoque más extremo en Nicaragua. El control del poder judicial y las fuerzas armadas para perseguir a opositores, así como el uso de leyes de seguridad nacional y antiterrorismo, son prácticas comunes en ambas naciones.
La figura de la “traición a la patria” se emplea en Venezuela y Nicaragua para acusar a disidentes, con consecuencias como arrestos arbitrarios, juicios irregulares y sentencias preestablecidas. Expertos coinciden en que Cuba ejerce influencia en ambos países, desincentivando cualquier tipo de movilización o desacuerdo dentro de las instituciones públicas.
A pesar de las diferencias en el grado de autoritarismo, tanto en Venezuela como en Nicaragua se observa un avance hacia una autocracia cerrada. Mientras Maduro alterna entre estrategias de represión dura y selectiva, Ortega ha intensificado la represión de críticas de forma constante y brutal desde el 2021.