El líder venezolano Nicolás Maduro vio cómo su relación con figuras clave como Lula en Brasil y Gustavo Petro en Colombia se deterioraba en 2024, luego de los cuestionables resultados de las elecciones en julio, en las que fue declarado vencedor sin mostrar las actas oficiales de la votación. Sin embargo, mantuvo el apoyo de su aliado fiel, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, quien lo respaldó como el presidente legítimo en medio de la controversia respecto a su legitimidad internacional.
Durante el año que culmina, la relación entre Venezuela y Nicaragua, aliados ideológicos junto a Cuba, se fortaleció, demostrando similitudes en cómo ambos regímenes autoritarios refuerzan su poder y reprimen la disidencia. Ambos países han sido focos de crisis política y social en América Latina, siendo considerados como gobiernos represivos que utilizan prácticas similares, según Juan Pappier de Human Rights Watch.
Tanto Daniel Ortega como Nicolás Maduro han sido cuestionados por la forma en que ejercen el poder y limitan la participación democrática en sus países. Ortega ha concentrado los poderes del Estado en su figura y en la de su esposa, Rosario Murillo, mientras que Maduro renovó su mandato en unas elecciones marcadas por la controversia y la represión contra la oposición.
En ambos países se han registrado casos de exilio y cancelación de pasaportes como medidas para neutralizar a opositores políticos. Nicaragua expulsó a 316 opositores, incluyendo líderes políticos y figuras destacadas, mientras en Venezuela se han denunciado anulaciones de pasaportes que impiden a los disidentes salir legalmente del país. Ambas naciones utilizan estas medidas para evitar la movilización de la oposición y reforzar su control sobre la población.
La represión y las acusaciones de traición a la patria son comunes en Venezuela y Nicaragua, donde se han utilizado los sistemas judiciales y las fuerzas de seguridad para perseguir a los opositores. La instrumentalización de leyes de seguridad nacional y antiterrorismo ha sido criticada por organismos internacionales, que denuncian detenciones arbitrarias y juicios irregulares en ambos países.
Los expertos señalan que los paralelismos entre Venezuela y Nicaragua reflejan un avance hacia el autoritarismo, influenciado por Cuba. Mientras Ortega ha reprimido de forma más generalizada y constante, Maduro ha alternado entre estrategias de represión dura y selectiva. Ambos países enfrentan desafíos similares en términos de consolidación del poder y control de la disidencia, lo que ha generado preocupación a nivel internacional.