El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado su intención de implementar nuevos aranceles a países vecinos y socios comerciales una vez que asuma el cargo. Esta medida forma parte de su estrategia para abordar la inmigración ilegal, el tráfico de drogas, reducir el déficit federal y estimular la creación de empleo.
En una declaración emitida el pasado 25 de noviembre, Trump reveló su plan de imponer nuevos aranceles a productos provenientes de México, Canadá y China desde el primer día de su segundo mandato presidencial. Esta medida ha generado preocupación en los gobiernos de estos países, quienes ven con inquietud los posibles cambios económicos que podrían surgir a raíz de estos aranceles.
Expertos consultados por la BBC Mundo han expresado su preocupación ante la posibilidad de un aumento significativo en los precios de diversos productos si estos nuevos impuestos se materializan. Advierten que esto podría impactar tanto a los consumidores como a las cadenas de suministro a nivel global, y sugieren que podría tratarse de una táctica de negociación por parte del mandatario electo.
Los aranceles, según la Organización Mundial del Comercio (OMC), son gravámenes aplicados a las importaciones de mercancías que protegen a los productos nacionales de la competencia extranjera al encarecer los bienes importados. En Estados Unidos, estos aranceles se recaudan por agentes de Aduana y Protección Fronteriza en más de 300 puertos de entrada en el país, expresándose como un porcentaje del valor de las mercancías importadas.
Trump ha manifestado que los aranceles no solo contribuirán a la creación de empleo en fábricas estadounidenses y a la reducción del déficit federal, sino que también permitirán abaratar productos esenciales como los alimentos. Sin embargo, los analistas económicos alertan que estos impuestos podrían resultar en precios más altos para los consumidores y afectar la competitividad en el mercado laboral.
En su cuenta en la red Truth Social, Trump anunció un impuesto del 25% sobre las importaciones de México y Canadá, junto con un arancel adicional del 10% para productos provenientes de China. Justificó estas medidas como una respuesta a las “ridículas fronteras abiertas” que, según él, facilitan el flujo de drogas y migrantes irregulares.
Durante su primer mandato, Trump empleó amenazas arancelarias como una herramienta de presión en el ámbito diplomático, llegando a desatar una guerra comercial contra China en 2019. Ahora, con la promesa de aumentar los aranceles en países de la Unión Europea si no compran petróleo y gas a Estados Unidos, se espera que estas medidas se formalicen una vez asuma el cargo el 20 de enero.