El Papa Francisco se reunió el miércoles con sobrevivientes de abuso sexual por parte del clero en Portugal y criticó a los miembros de la jerarquía católica del país por su respuesta al escándalo largamente ignorado, que dijo que estropeó a la Iglesia católica y ayudó a impulsar a los fieles lejos.
Su viaje llega en un momento delicado para la iglesia portuguesa; un panel de expertos contratado por los obispos de Portugal informó en febrero que los sacerdotes y otro personal de la iglesia pueden haber abusado de al menos 4.815 niños y niñas desde 1950.
La respuesta de la Iglesia lusa fue criticada en el país, ya que en un primer momento no avanzó para apartar a los sacerdotes bajo sospecha y dejó la decisión en manos de las diócesis.
El papa Francisco escuchó a 13 víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia en Portugal, durante su visita de cinco días por la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Lisboa.
El pontífice se encontró durante más de una hora con las víctimas en la Nunciatura, donde estuvieron acompañadas por algunos representantes de las instituciones eclesiales portuguesas encargadas de la protección de menores, confirmó el Vaticano.
La reunión, que no estaba incluida en la agenda oficial de Francisco y cuyos detalles se mantuvieron hasta ahora en secreto, se realizó al término de los encuentros institucionales y eclesiales previstos en Lisboa.
Durante el encuentro, el papa pidió a las víctimas que contasen sus historias, interactuó con ellas y finalmente les pidió perdón en nombre de la Iglesia portuguesa, según avanzan medios portugueses.
También les manifestó su deseo de que la Iglesia sea un espacio “seguro”.
En el encuentro, también participó el psiquiatra portugués Pedro Strecht, que lideró la comisión independiente que investigó recientemente la dimensión de los abusos sexuales en la Iglesia lusa.
El encuentro, que se esperaba desde que Francisco se reunió con sobrevivientes en viajes anteriores al extranjero, tenía como objetivo tratar de ayudar a la jerarquía portuguesa y a los fieles a aceptar el legado de abuso y encubrimiento de la propia iglesia después de que muchos otros países europeos hayan pasado por cálculos similares.
Sin embargo, la respuesta de los obispos de Portugal a los hallazgos del informe de los expertos, en cierto modo, se sumó al problema. Antes del informe, los funcionarios de la iglesia portuguesa habían insistido en que solo había un puñado de casos de abuso sexual infantil. Después de la publicación del documento, los obispos inicialmente se negaron a remover a los abusadores nombrados del ministerio y dijeron que solo compensarían a las víctimas si los tribunales así lo ordenaran.