La semana pasada se conmemoraron 106 años del inicio de operaciones de la refinería de San Lorenzo, en el Zulia. Ese 17 de agosto de 1917 marcó un hito que evidenció el interés de la empresa Shell de consolidarse en Venezuela, después del éxito de la producción de los pozos Zumaque I en el 1914 y del Barroso II en 1922. La misma fue el inicio de un sistema de refinación desarrollado por varias transnacionales, mejorado e internacionalizado por la Pdvsa meritocrática en el período 1976-2002 y arruinado por la Pdvsa roja. Hoy, los venezolanos tenemos que apoyar las gestiones que realiza el equipo de Horacio Medina, presidente ad hoc de Pdvsa, para intentar salvar el complejo de refinación de Citgo, ubicado en los Estados Unidos, que está a punto de perderse por la irresponsabilidad de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Rafael Ramírez y otros.
Después de construir la refinería de San Lorenzo, las transnacionales estuvieron reacias a establecer otras de gran capacidad en nuestro país. En 1918, la Shell construyó una en Curazao y en 1928 otra en Aruba. En esta última, la Standard (Creole) construyó una en 1929. Al respecto, Rómulo Betancourt en su libro Venezuela, política y petróleo, narra que Ludwell Denny escribió que “temiendo que pueda llegar al poder un gobierno radical cuando muera el dictador Gómez, las compañías británicas y americanas vacilan para invertir sus capitales en refinerías dentro del país”. Sin embargo, en 1931 la Standard (Creole) inauguró una en Caripito.
La Ley de Hidrocarburos de 1943 obligó a las compañías a construir refinerías en Venezuela. En 1949, inició operaciones la refinería de Cardón, construida por la Shell, en 1950 la de Amuay, por la Creole, y la de Puerto La Cruz, construida por la Mene Grande. En 1952, la de San Roque por la Phillips, y en 1956 la de Bajo Grande, por la Standard de California; en 1960 la de El Palito, por la Socony. Hubo varias otras pequeñas, entre ellas la de El Toreño, en Barinas y una en Tucupita.
Por otra parte, la producción de petróleo llegó a un máximo histórico de 3.705.000 barriles por día en 1970. Está demostrado que las transnacionales cumplieron una labor positiva. No solo realizaron un trabajo eficiente en la producción y refinación, sino en la formación de recursos humanos y actividades de responsabilidad social con las comunidades. Desde luego, en la etapa inicial tienen el pecado de que no respetaron los derechos de la población indígena, de evasión de impuestos y no dieron un trato justo a sus trabajadores.
A partir de 1976, es decir después de la estatización y hasta el 2002, nuestra industria petrolera acondicionó las refinerías para que elaboraran productos de mayor valor y cerró aquellas que no eran rentables. Quedaron operando las agrupadas en el Centro de Refinación de Paraguaná, que incluye las de Cardón, Amuay y Bajo Grande; El Palito, Puerto la Cruz, y San Roque. Para el año 2002, la capacidad total de refinación era de 1.303.000 barriles por día. Hoy, tal y como informan los pocos medios de comunicación independientes que luchan por sobrevivir los embates del régimen, esas refinerías tienen frecuentes accidentes laborales, ocurren incendios y explosiones, y paradas no programadas de las plantas por mala operación y falta de mantenimiento.
Hasta el 2002, Venezuela exportaba gasolina y otros productos. Ahora debe importarlos. Pdvsa no presenta su informe anual desde el 2016. Desde luego, nunca se construyeron las ofrecidas para Barinas, Cabruta y Caripito. Tampoco las de Brasil, Vietnam, Nicaragua, Siria y China.
La Pdvsa meritocrática adquirió total o parcialmente 17 refinerías en Europa y en Estados Unidos para garantizar la colocación de nuestros crudos pesados a medida que aumentara la producción, además del alquiler de una en Curazao. Llegamos a tener la posibilidad de refinar en el exterior 1.897.000 barriles por día. Lamentablemente, Rafael Ramírez consideró, torpemente, que no era negocio, ni tenían valor estratégico, por lo que vendió nuestra participación a precio de gallina flaca. Además, por razones políticas ajenas a nuestros intereses, decidió que era mejor tener participación en las de Cuba, República Dominicana y Jamaica, las cuales perdimos.
Hoy solo nos quedan tres refinerías en el exterior, concretamente en Estados Unidos, que pertenecen a Citgo, pero Chávez puso en gran riesgo al expropiar ilegalmente empresas en Venezuela, cuyos accionistas han demandado a Citgo, y Maduro hipotecó porque no le importaba se perdieran. Es decir que perdimos 1.148.000 barriles por día de capacidad de refinación en el exterior.
Salvar a Citgo de los acreedores que existen por culpa de Chávez y Maduro es importante para la recuperación de nuestra economía. Nos permitiría colocar parte de nuestra producción de petróleo e importar combustibles mientras se normaliza la producción interna. La deuda de Citgo llega a unos 22.000 millones de dólares, la mayor parte no achacable a la empresa. La misma está actualmente operando eficientemente y dando ganancias. Liquidarla perjudica a todos los relacionados. Hacemos un llamado a los candidatos inscritos en la Primaria para que redacten un documento dirigido al presidente Biden, al pueblo estadounidense y a los acreedores, en el que expresen que reconocen la deuda mal habida contraída por Chávez y Maduro y que solicitan se posterguen las acciones legales para dar tiempo a que se puedan pagar las deudas correspondientes a la empresa y las de la República.
Como (había) en botica
- Es justo recordar y reconocer el esfuerzo realizado por los empresarios encabezados por Manuel Antonio Pulido y Pedro Rincones, quienes en 1878 establecieron la Petrolia del Táchira, que llegó a extraer petróleo y a elaborar quince barriles por día de kerosén, parte del cual se exportaba a Colombia. Operó hasta 1934.
- Mañana 23 de agosto cumple noventa años un venezolano excepcional. Es de los predican, practica y defiende a capa y espada los principios y valores de nuestra civilización. Por ello renunció a cargos importantes y escribe diariamente fustigando la corrupción y realiza campañas para formar buenos ciudadanos. Mi reconocimiento al querido geólogo Gustavo Coronel.
- ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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