Dejar atrás el país propio y empezar desde cero en uno nuevo como Estados Unidos no es nada sencillo. Ni siquiera si quien emprende este rotundo cambio de vida es la esposa de uno de los beisbolistas más reconocidos de la MLB (Major League Baseball). Y aunque para la venezolana Tania Victoria Marín casarse con Gerardo Parra le facilitó muchas cuestiones burocráticas y legales, no le evitó el dolor del desarraigo.
“Desde que llegué a Estados Unidos, siempre tuve en mente que aquí me tenía que esforzar el doble. Al igual que como me decían cuando era chiquita: en casa ajena me debo comportar mejor que en casa. Con esto no quiero decir que no hacía las cosas correctamente en Venezuela, sino que acá hay más reglas que allá y uno se tiene que adaptar”, explica la modelo e influencer en diálogo con LA NACION.
“En Venezuela yo tenía una vida tranquila. Era una estudiante de ingeniería industrial y contabilidad. Hacía dos carreras a la vez. Desde chiquita me gustó trabajar. A los 16 años trabajé en una heladería y después hice mis pasantías como ingeniera en Corpoelec, una empresa generadora del 40% de la electricidad de toda Venezuela”, relata.
En paralelo a su vida universitaria, se destacó como modelo y llegó a estar entre las elegidas para concursar por el título de Miss Venezuela, aunque las vueltas de la vida no quisieron que ello se concretara. Cuando a su novio Gerardo Parra le ofrecieron emigrar para convertirse en una de las figuras de los Arizona Diamondbacks, en Phoenix, Marín lo acompañó, y dejó en su tierra natal su trabajo, su título universitario y la sensación de tranquilidad que le daba el confort de sentirse en casa.
“Aunque desde el principio mi esposo tuvo un estatus legal por ser un atleta famoso, laboralmente mi vida cambió en un 100%. Acá no me dediqué a mi carrera, no hice la reválida de ingeniería, sino que me dediqué a hacer otras cosas”, cuenta.
Su vida en Estados Unidos
Desde que llegó a Estados Unidos, trazó su carrera como modelo de pasarela y desfiló en el New York Fashion Week, el Miami Fashion Week, Santo Domingo Fashion Week y Puerto Rico Mod, entre otros reconocidos eventos.
Además, como esposa de un beisbolista, tuvo que adaptarse a los apretados tiempos de las giras y los cronogramas de la liga, así como a todas las actividades extradeportivas que el fútbol americano tiene arraigadas.
“La temporada de práctica de fútbol americano comienza en el invierno, desde febrero hasta casi abril. Y luego empieza la liga como tal, hasta octubre. En esa temporada, hay aproximadamente 60 giras, porque son bastantes juegos, y eso se convierte en un ritmo de vida que es una semana en casa y una semana viajando”, cuenta sobre su nueva rutina.
El fútbol americano es un deporte en el que no se destacan las figuras individuales, sino el equipo. Los partidos solo se ganan si el equipo funciona en sincronía, y es esa misma lógica la que se traslada a la forma de vida, tanto a nivel familiar como comunitario. El cronograma de juegos hace que el fútbol americano se convierta en un trabajo en equipo familiar.
“La MLB integra mucho a la familia. Participamos en muchas actividades junto al equipo. Por ejemplo, visitamos todos juntos a niños de escuelas públicas, hospitales de niños y hogares de la tercera edad. También se estudia la Biblia y se organizan actividades para los niños en las ciudades donde están los jugadores”, cuenta.
En el medio, Marín y Parra también viven la paternidad. Al ser madre de dos niñas, la agenda de ella encuentra sus límites entre el cronograma de actividades deportivas y el calendario escolar. A pesar de ello, tras varios años de adaptación a la cultura y la sociedad que ya hoy no es tan ajena, decidió convertirse en inversionista de bienes raíces y dedicarle a ello la mayor cantidad de su tiempo de trabajo y energía.
“Comencé en el mundo del real estate hace cinco o seis años. Con un préstamo, compré mis tres primeras propiedades, las cuales hoy se han revalorizado. Pienso que es uno de los negocios más rentables y seguros, sobre todo en Florida”, cuenta la empresaria, quien eligió al estado del sur como su principal plaza de inversión, debido a que el impuesto a la propiedad en esa zona es uno de los más bajos en todo el país.
Su historia de superación como una mujer migrante y empresaria llegó al Global Women Lenders, un evento avalado por IIMSAM y las Naciones Unidas, donde fue reconocida como la mujer hispana empresaria del año. “Es una organización que se basa en los valores y el rol de las mujeres como emprendedoras, empresarias y profesionales”, explica.
El recorrido que realizó en Estados Unidos comenzó de la mano de la carrera de su marido, pero se transformó en una historia de superación personal. “A pesar del trabajo de mi esposo, yo elegí salir de mi zona de confort. No fue fácil, como no lo es para nadie que llega a Estados Unidos dejando atrás su país, pero estoy súper orgullosa de mí misma por la decisión que tomé en aquel entonces. Fue un proceso que llevó estudio, tiempo, caídas levantadas y ganas de continuar”.