En un giro paradójico, José Raúl Mulino fue elegido como presidente de Panamá este domingo con un 34% de los votos en una sola vuelta, comprometiéndose a formar un gobierno de unidad nacional. Mulino, quien es un delfín político del expresidente Ricardo Martinelli, ha sido criticado por su relación con la corrupción y la represión policial, lo que contrasta con las protestas masivas acontecidas en el país en años anteriores.
Los analistas explican que el éxito de Mulino se debe a varios factores, incluyendo su larga trayectoria política y su lealtad hacia Martinelli. A pesar de los cuestionamientos por su pasado y su falta de carisma, Mulino logró ganar las elecciones con el respaldo de los votantes descontentos con el gobierno actual y el sistema político en general.
Su propuesta de volver a la bonanza económica de la época de Martinelli, con promesas de crecimiento, empleo y mejoras en servicios públicos, atrajo a una parte de la población que añora esos años de prosperidad. Sin embargo, los desafíos económicos actuales, como la recesión y la deuda pública, plantean interrogantes sobre la viabilidad de sus planes.
A pesar de su victoria, Mulino se enfrenta a gobernar sin mayorías legislativas en un país marcado por la desigualdad social y las protestas callejeras. Las condiciones económicas adversas podrían llevar a políticas impopulares y nuevas movilizaciones, según expertos en la materia.
Con información de efectococuyo.com