La muerte del presidente iraní, Ebrahim Raisi, en un accidente de helicóptero, allana el camino para la celebración de nuevas elecciones presidenciales en el país.
No se espera que la desaparición del clérigo de línea dura, que ocupaba el cargo desde 2021, afecte significativamente la dirección política de Irán, ya que el poder recae en última instancia en el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei.
La muerte de Raisi pondrá a prueba un sistema en el que la línea más dura de la ya de por sí conservadora dirigencia iraní domina todas las ramas del poder, tanto electas como no electas.
Tras el fallecimiento de Raisi, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha nombrado al hasta ahora primer vicepresidente Mohammad Mokhber para dirigir los asuntos del país.
Mokhber organizará, junto con los jefes del parlamento y del poder judicial, nuevas elecciones presidenciales que deberán celebrarse en un plazo de 50 días.
Los últimos comicios fueron polémicos, ya que se prohibió postularse a todos los rivales serios del presidente, despejando el camino para que Raisi asumiera el cargo.
No obstante, la participación fue escasa, ya que una mayoría boicoteó la cita al considerar que se trataba de unas elecciones amañadas.
Tanto Raisi como su sucesor interino, Mokhtar, proceden de la línea dura y son considerados cercanos a Jamenei, quien dicta la política exterior del país, por lo que es poco probable que se produzca un cambio de rumbo.
Quién ostenta el poder en Irán
La figura más poderosa de Irán es el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo del país desde 1989.
Jamenei, que tiene 85 años y cuya salud ha sido foco de gran interés, es el jefe del Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Tiene autoridad sobre la Policía Nacional y la Policía de la Moral.
El presidente, en cambio, es el máximo responsable electo y el segundo en rango tras el líder supremo. Es responsable de la gestión diaria del gobierno y tiene una gran influencia en la política interior y los asuntos exteriores.
Sin embargo, sus poderes están relativamente limitados, especialmente en materia de seguridad.
Los poderes del mandatario pueden ser controlados por el Parlamento y el Consejo de Guardianes, en el que se encuentran estrechos aliados del líder supremo.
Qué puede ocurrir ahora
Tras el fallecimiento de Ebrahim Raisi, la maquinaria para sustituirlo se ha puesto en marcha.
El sistema buscará un nuevo recluta que pueda mantener la unidad conservadora y la lealtad a Jamenei.
Raisi fue acusado durante su época de fiscal de desempeñar un papel decisivo en la ejecución masiva de presos políticos en los años 1980, algo que él negó. Sus opositores esperan que el término de su gobierno acelere el fin de este régimen.
Además de la presidencia, Raisi también ocupaba un puesto en la Asamblea de Expertos, el organismo que tiene la facultad de elegir al nuevo líder supremo el día que llegue esa transición.
El propio líder supremo intentó calmar los ánimos con una publicación en redes sociales en la que insistió en que “el pueblo iraní no debería preocuparse, no se producirá una interrupción en los asuntos del país”.
El desafío político más inmediato será la celebración de elecciones presidenciales anticipadas, mientras que Mohammad Mokhber ocupa de forma interina el puesto.
Estas elecciones podrían brindar a Jamenei y a las altas esferas del Estado la oportunidad de dar a los votantes un camino de regreso al proceso político, aunque no parece haber un sucesor obvio para Raisi.
Con información de efectococuyo.com