Venezuela en el ojo de Zimbabue Por: Henry Jaspe Garcés . Venezuela la separan 10,834 km de la república de Zimbabue; siendo esto una gran distancia, pronunciada aun mas por las profundidades del océano atlántico, son muchos los paralelismos entre estas dos naciones.
Hasta el 2009, Zimbabue tuvo la tasa de inflación más alta de todos los países del mundo, espacios que han sido similares a la golpeada economía venezolana, quien posee cifras similares; asimismo la economía de Zimbabue era una de las más fuertes de África, con grandes reservas de asbestos, cobre, níquel, oro, hierro y platino; por su parte, Venezuela, a lo largo del siglo XX se posicionó como la economía más próspera de la región, siendo la nación que tiene las mayores reservas de petróleo recuperable del mundo, con 303.806 millones de barriles estimados en 2021, representando un 24,4% de las reservas probadas de petróleo del mundo. En el mismo sentido, ambos países están regidos por gobiernos internacionalmente cuestionados.
La mayor referencia de paralelismo a la época actual, nos la dan las elecciones generales de Zimbabue en el año 2008; en ese año, Zimbabue tuvo unas elecciones presidenciales y parlamentarias el 29 de marzo de 2008, donde los tres candidatos más importantes fueron el presidente Robert Mugabe de la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), Morgan Tsvangirai del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) y Simba Makoni, un independiente; de ese proceso es de destacar que no se anunciaron resultados oficiales por más de un mes después de la primera vuelta; la falta de publicación de los resultados fue fuertemente criticada por el MDC que trató infructuosamente de obtener una orden de la Corte Superior que forzara su publicación.
Tras la verificación de los resultados, la Comisión Electoral de Zimbabue (ZEC) anunció que Tsvangirai ganó con un 47.9% contra el 43.2% de Mugabe, por lo que era necesario una segunda vuelta; sin embargo, era claro, como lo admitiría años después el propio Mugabe, que Morgan Tsvangirai del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) había obtenido el 73% de los votos en la primera vuelta, lo que era suficiente para ser considerado el nuevo presidente electo de la otrora prospera Zimbabue.
A pesar de ello, se realizó una segunda vuelta, donde el candidato ganador de la primera vuelta y que debió considerarse presidente electo, Morgan Tsvangirai del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), se tuvo que retirar debido a la violenta ofensiva de la dictadura de Mugabe, que como lo informara Amnistía Internacional a través de un informe crítico con el gobierno de Mugabe dejaba entrever sobre “…las amplias violaciones de derechos humanos que se vienen cometiendo desde que se celebraron las elecciones parlamentarias y presidenciales en marzo de 2008. Entre ellas figuran homicidios ilegítimos, torturas y otros malos tratos, palizas y el hostigamiento y la intimidación, sobre todo, de simpatizantes del MDC y de defensores de derechos humanos en Zimbabue.”, complementando que “Los organismos de seguridad del Estado, sobre todo la Policía de la República de Zimbabue (ZRP), no están dispuestos a actuar contra estos perpetradores, a los que permiten matar, torturar, agredir y quemar casas y negocios de presuntos simpatizantes del MDC con impunidad. De hecho, en algunos casos las autoridades han instigado o incluso dirigido los ataques cometidos por estos grupos. Por otra parte, el gobierno de Zimbabue está haciendo mucho más estrictas las restricciones que pesan sobre la labor de las organizaciones internacionales de ayuda que trabajan en Zimbabue.”
Ante la crisis política, se firmó un acuerdo de reparto de poder según el cual Mugabe conservaría la presidencia y Tsvangirai se convertiría en primer ministro electo; sin embargo, las disposiciones del acuerdo no se habían aplicado a finales de año, y mediante el uso de fuerzas gubernamentales y paramilitares, intimidó y cometió abusos contra los partidos de la oposición y sus simpatizantes y obstruyó sus actividades. El Mando de Operaciones Conjuntas (MOC), un grupo de altas autoridades civiles y de seguridad, mantuvo el control de las fuerzas de seguridad, y a menudo las utilizó para controlar a la oposición a la ZANU-PF.
El gobierno siguió cometiendo abusos generalizados y sistemáticos contra los derechos humanos, que aumentaron durante el año. El control y la manipulación dominantes del proceso político por parte del partido gobernante mediante la violencia, la intimidación y la corrupción anularon de hecho el derecho de los ciudadanos a cambiar de gobierno.
Aumentaron los homicidios ilegítimos y los secuestros por motivos políticos. Aumentó el uso excesivo de la fuerza, autorizado por el Estado, y las fuerzas de seguridad torturaron impunemente a miembros de la oposición, líderes estudiantiles y activistas de la sociedad civil. Las fuerzas de seguridad se negaron a documentar los casos de violencia política cometidos por leales al partido gobernante contra miembros de la oposición, siendo un fracaso el gobierno de unidad. Mugabe fue presidente hasta noviembre de 2017, cuando fue obligado a dimitir con el apoyo del ejército por su vicepresidente y compañero de partido Emmerson Mnangagwa, quien detenta la presidencia hasta la fecha de hoy.
Henry Jaspe Garces
Abogado
Director ONG Monitor Social