El Gobierno de Estados Unidos ha enviado más de 100 migrantes de nacionalidad venezolana a la base naval de Guantánamo, en Cuba, como parte de la política de mano dura del presidente Donald Trump contra la migración irregular. Estos migrantes han sido descritos por la secretaria de Seguridad Nacional (DHS), Kristi Noem, como «lo peor de lo peor».
La Casa Blanca no ha proporcionado detalles específicos sobre los detenidos, pero los ha calificado como «criminales» y los ha vinculado con la banda transnacional venezolana Tren de Aragua. De acuerdo con el diario The New York Times, 53 hombres están detenidos en una cárcel dentro de la base militar de Guantánamo, y se ha publicado una lista con sus nombres.
Las familias de algunos de estos migrantes han expresado su preocupación por la falta de comunicación con sus seres queridos, alegando que no han podido contactarlos desde hace varios días. Algunos de los detenidos fueron arrestados tras presentarse a una cita con las autoridades migratorias en la frontera sur, mientras que otros cruzaron hacia EE.UU. de manera irregular y se entregaron a la Patrulla Fronteriza.
Uno de los detenidos, José Daniel Simancas, de 30 años y constructor de profesión, decidió emigrar a EE.UU. en busca de mejores oportunidades para apoyar económicamente a sus hijos. Su hermana, Jesika Palma, ha manifestado su angustia por la situación de su hermano, describiendo la incertidumbre que siente al no tener noticias de él. Según Palma, Simancas no tiene antecedentes penales en Venezuela ni en Ecuador, donde vivió por cinco años antes de emigrar nuevamente.
La detención de estos migrantes venezolanos en Guantánamo ha generado preocupación y controversia, ya que sus familias y defensores aseguran que muchos de ellos son inocentes y han sido acusados injustamente. La falta de transparencia en torno a este caso ha generado críticas hacia la Administración Trump y su política migratoria.