En medio de una escena que parece sacada de una película de suspense, el hotel Decápolis en Ciudad de Panamá se encuentra fuertemente custodiado por miembros del Servicio Nacional Aeronaval de Panamá, convirtiendo un lugar de descanso en un improvisado búnker bajo estrictas medidas de seguridad.
Desde el exterior, se pueden observar perchas con prendas de vestir colgadas en las ventanas, entre las cuales destaca una camiseta amarilla de los Lakers con el número 24 de Kobe Bryant. En otra ventana, un grupo de personas hace un gesto de auxilio internacional con un mensaje escrito en rojo pidiendo ayuda. Además, se pueden ver menores de edad sosteniendo carteles con el mensaje «Por favor, salva a las niñas afganas».
Estos migrantes, deportados como parte de la política del gobierno de Donald Trump, han llegado a Panamá en tres vuelos recientes, pero solo 171 de los 299 migrantes han aceptado regresar a sus países de origen. Los restantes 128 migrantes se encuentran en una situación incierta, enfrentando la posibilidad de ser trasladados a un campamento en la provincia del Darién.
Una mujer iraní residente en Panamá ha manifestado que los migrantes se encuentran «aterrados» ante la perspectiva de ser enviados de regreso a sus países de origen, especialmente a Irán. A pesar de las restricciones, algunos migrantes han logrado comunicarse con el exterior para relatar su situación de encierro y la negación de acceso a abogados.
El ministro de Seguridad Pública de Panamá, Frank Ábrego, ha declarado que los migrantes se encuentran en custodia temporal en el país y que no están detenidos. En caso de que los migrantes no deseen regresar a sus naciones de origen, deberán elegir un tercer país para residir, siendo la OIM y el Acnur los responsables de su repatriación.
Panamá se ha convertido en un país «puente» para las deportaciones desde EE. UU., facilitando la logística para que los migrantes transiten hacia su destino final. A pesar de la complejidad de la situación, las autoridades panameñas han garantizado que los migrantes serán tratados con dignidad y de acuerdo con las normas internacionales.
En medio de negociaciones diplomáticas y tensiones políticas, el futuro de los migrantes que se niegan a regresar a sus países de origen sigue siendo incierto. La incertidumbre y el temor a represalias mantienen en vilo a estos individuos que buscan un lugar seguro donde reconstruir sus vidas.