El nuevo gobierno de Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald Trump, está en un proceso de ajuste para establecer un marco jurídico y referencial a partir del cual iniciar una nueva etapa. A pesar de las expectativas generadas, la experiencia muestra que es poco probable que se cumplan en su totalidad todos los objetivos propuestos en este periodo limitado de gobierno.
Durante el mandato anterior de Trump, se observó que su estrategia principal se basaba en amenazas, las cuales, en muchos casos, no necesitaban ser cumplidas para lograr sus objetivos. En esta nueva etapa, las amenazas más destacadas incluyen la recuperación del Canal de Panamá, la incorporación de Canadá a Estados Unidos, la compra de Groenlandia y cambios de nombre en el Golfo de México. Además, se ha ofrecido poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en un plazo de 24 horas.
Las amenazas de Trump han generado reacciones, como auditorías a empresas chinas que operan en el Canal de Panamá para garantizar el cumplimiento de acuerdos de neutralidad. Estos movimientos geopolíticos evidencian la importancia estratégica de la región para la defensa de Estados Unidos.
En el caso de Venezuela, el gobierno de Trump considera al país como una amenaza para su seguridad nacional. Se espera que se tomen medidas concretas para abordar la situación en el país sudamericano, incluyendo la presión sobre el gobierno de Maduro y la lucha contra el narcotráfico.
En el ámbito económico, se plantea la necesidad de privatizar empresas estatales en Venezuela, como parte de un proceso de reestructuración que permita su recuperación. La oposición y el sector empresarial deben coordinar acciones para enfrentar al chavismo y trabajar en sintonía con el gobierno de Estados Unidos.
En el contexto latinoamericano, se vislumbra un cambio de enfoque por parte de la Casa Blanca, con posibles tratados de libre comercio y relaciones más estrechas con algunos países de la región. Sin embargo, se espera que Brasil y Colombia se mantengan al margen de esta nueva dinámica, debido a sus posturas políticas actuales.
En resumen, la política exterior de Estados Unidos bajo el gobierno de Trump presenta un escenario de presión y cambios significativos en la región, con potenciales consecuencias tanto en lo económico como en lo geopolítico. Es crucial para los países latinoamericanos adaptarse a estas nuevas realidades y buscar alianzas estratégicas para enfrentar los desafíos que se presenten.