Richard Grenell dedicó seis horas a negociar con el equipo de Nicolás Maduro, cumpliendo a la perfección sus dos tareas principales: la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela y la coordinación de vuelos de repatriación para venezolanos en situación migratoria irregular, así como para presuntos miembros del Tren de Aragua. A cambio, Maduro solicitó el levantamiento global de las sanciones, una petición que no fue aceptada.
A pesar de no llegar a un acuerdo sobre las sanciones, se acordó mantener la licencia 41 que permite a Chevron operar en Venezuela, renovándose automáticamente cada seis meses. El encuentro entre Grenell y Maduro representó el primer acercamiento de alto nivel entre Estados Unidos y Venezuela desde la asunción de Trump.
Grenell, enviado especial del gobierno de Estados Unidos para situaciones de rehenes en Venezuela y Corea del Norte, solicitó la reunión que se llevó a cabo el 31 de enero en el Palacio de Miraflores. Aunque no se discutió el tema de la oposición, Grenell mantuvo reuniones previas con líderes políticos como Edmundo González Urrutia y María Corina Machado.
Durante las negociaciones, se discutió principalmente el tema migratorio y la liberación de los ciudadanos estadounidenses detenidos. A pesar de las diferencias de enfoque, se logró un acuerdo para la liberación de seis de los detenidos, aunque dos de ellos se negaron a seguir las instrucciones para abandonar el país.
Grenell, conocido por su trabajo en situaciones de rehenes, se comprometió a regresar a Venezuela para abogar por la liberación de los seis ciudadanos estadounidenses restantes. Su labor en esta misión ha sido fundamental para avanzar en las negociaciones entre Estados Unidos y Venezuela, marcando un hito en las relaciones bilaterales entre ambos países.