Un marinero estadounidense de 62 años, Eric Arthur, vivió una experiencia traumática al ser detenido en Venezuela durante tres semanas después de que su catamarán, el Tambo, encallara en aguas venezolanas tras un incidente con la guardia costera local. Arthur, acostumbrado a navegar en el Mediterráneo sin problemas, no previó el peligro al explorar las costas venezolanas.
Tras sobrevivir tres días a la deriva en una balsa salvavidas, Arthur fue rescatado por pescadores y llevado a una base militar. Allí, le solicitaron grabar un video agradeciendo al presidente Nicolás Maduro, solicitud que rechazó. Posteriormente, fue trasladado a una prisión en Caracas donde sufrió condiciones inhumanas, incluyendo estar encadenado, forzado a permanecer sentado durante horas y privado de comunicación.
Finalmente, su liberación se produjo luego de la visita del enviado especial Richard Grenell a Venezuela, buscando reabrir canales diplomáticos y facilitar la repatriación de detenidos. A su regreso a Estados Unidos, Arthur confesó haber sufrido secuelas psicológicas y la pérdida de su embarcación, su único patrimonio. Ahora planea reconstruir su vida cerca de su familia en Los Ángeles, reflexionando sobre su experiencia y la posibilidad de no volver a salir del país.
Esta historia de Arthur, marcada por un arresto que él considera más político que por delitos reales, destaca la importancia de la diplomacia en situaciones de detención de ciudadanos extranjeros. Su testimonio pone de relieve la necesidad de respetar los derechos humanos y garantizar la seguridad de los navegantes internacionales en aguas extranjeras.