El Papa Francisco, de 88 años de edad, fue reportado en estado delicado el sábado 21 de febrero después de experimentar una crisis respiratoria asmática que requirió altos flujos de oxígeno, según informó el Vaticano. Para el domingo, se actualizó su estado de salud, indicando que se encontraba consciente y aún recibiendo oxígeno suplementario, tras una noche de descanso tranquilo luego de la crisis respiratoria del día anterior.
En medio de esta situación, surge la pregunta sobre qué sucede cuando un Santo Pontífice fallece o renuncia. La hospitalización de Francisco alcanzará los diez días el lunes, igualando la duración de su última hospitalización en 2021 por una cirugía en su colon. A pesar de estar a cargo, el Papa ya delega la gestión diaria del Vaticano y de la Iglesia a un equipo de funcionarios que operan independientemente de su estado de salud.
Cuando un Papa se enferma, el derecho canónico no tiene disposiciones específicas como en el caso de un obispo enfermo. El canon 335 establece que cuando la Santa Sede está «vacante o totalmente impedida», no se pueden realizar cambios en la gobernanza de la iglesia, sin definir claramente qué significa estar «totalmente impedida» ni qué disposiciones podrían aplicarse en ese caso.
En el caso de fallecimiento de un Papa, la Iglesia católica sigue un proceso establecido desde la época de Pedro, el primer Papa en la historia. Este incluye días de luto, la convocatoria al cónclave donde los cardenales eligen a un nuevo pontífice, y la elección se anuncia al mundo con la fumata blanca, señal de que la Iglesia tiene un nuevo líder.
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