La música llanera, como un álbum costumbrista de imágenes desconocidas, llegó a las principales ciudades del país y, sobre todo, a la televisión, de la mano de Juan Vicente Torrealba, Mario Suárez, Magdalena Sánchez, Ángel Custodio Loyola, Adilia Castillo y Hugo Blanco, entre otros que se convirtieron en embajadores de una región ajena, para buena parte de los citadinos. “el cardenalito”
Cumplido el ciclo de divulgación, con muchos aplausos y reconocimientos de por medio, a finales de los 70 surgió un trío de intérpretes empeñado en mantener vivo el cariño del público, por esas expresiones del folclor. Reyna Lucero, Cristóbal Jiménez y Reynaldo Armas tomaron el relevo, contando con el apoyo de sellos disqueros y televisoras que los incorporaron a sus catálogos.
Armas, bautizado como “El cardenal sabanero” que dio pie a “El cardenalito”, rompió, además, con la tradición del liquiliqui que identificaba a los intérpretes del género, luciendo frac cuando la ocasión lo ameritaba. Junto a su juventud, su voz y su vena para la composición, comenzó a escalar posiciones hasta el lugar que hoy ocupa como representante de la música criolla. A sus 70 años, cumplidos el 4 de agosto, nadie le quita lo “cantao”.
Temprano
Como muchos artistas, Reynaldo nació en el seno de una familia humilde, en este caso, formada por Nicasio Armas Figueroa y Modesta Enguaima Hernández, en el campo Los Guatacaros, de Santa María de Ipire, población del estado Guárico. Fue el quinto en sumarse a la prole.
Descubrió su vocación para componer bastante rápido. A los 12 años escribió “Nadie tiene que saber” y, a los 14, “Mi primer amor”, inspirado en la enfermera que lo atendió, cuando vivió un importante episodio de salud. En alguna entrevista se refirió a sus tíos poetas como antecesores artísticos.
A esas edades, ya había mostrado sus capacidades vocales en programas radiofónicos de Zaraza, donde fijó residencia el clan Armas Enguaima, aunque el gran espaldarazo llegó al resultar ganador en el festival Cantaclaro de Oro 1975. El triunfo lo llevó a grabar el disco “Yo también quiero cantar” que no tuvo mayor trascendencia.
José Romero Bello le tendió la mano y lo introdujo en el circuito de las cervecerías. Después apareció Rafael Martínez Arteaga, quien facilitó la grabación del tema que se transformaría en un clásico del género criollo: “Laguna vieja”.
El mandado estaba hecho. A partir de ese momento, la proyección de Reynaldo Armas fue indetenible. Ventas millonarias, taquillas agotadas, más de 30 álbumes, numerosos reconocimientos y alrededor de 400 composiciones, entre las que se incluyen: “La muerte del rucio moro”, “El indio”, “Mi amigo el camino”, “Hay una tierra en mi tierra” y “A usted”.
Tips
Dos momentos críticos ha vivido Reynaldo Armas. En 1967, una bronquitis lo llevó al borde de la muerte, igual que el disparo que recibió en 1996, cuando delincuentes lo despojaron de su Mercedes Benz, joyas y 700 mil bolívares para pagar a sus músicos.
Devoto confeso de la Virgen del Carmen y José Gregorio Hernández, también admira a María Lionza.
Suma tres matrimonios y ocho hijos. Además de su faceta romántica, ha compartido sus inquietudes políticas. Dedicó el tema “Paquete apocalíptico” a Carlos Andrés Pérez y “Consejos pa’ un presidente” a Rafael Caldera. En 2008, fue candidato a la Gobernación de Guárico. Cuenta con dos Grammys Latinos.
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