Poco a poco los sucesos noticiosos pierden el color y brillo del momento: Historias que levantaron ánimos, efectos de sentimientos diversos que ocuparon centimetrajes de prensa, -ahora espacios en redes sociales -, se convierten en periódico de ayer como la vieja canción popularizada por Fania Records en la voz de Héctor Lavoe. Al parecer los temas de discusión hoy día, tienen un lapso reducido de efervescencia; los asuntos trascendentes pierden vigencia muy rápido, al tiempo que desdibujan afectos cambiantes en una sociedad que por su constancia en la amnesia retrógrada, pugna por volver a transitar los mismos caminos de despropósitos; quizás se cumplen ciclos que van haciendo callos en la piel de los hombres y mujeres del mundo, disminuyendo la perceptibilidad y sustituyendo sentimiento de solidaridad, no en su valor espiritual, pero en gran medida de manera selectiva de acuerdo a como se suceden nuevas historias en el planeta.Los recuerdos de la Ucrania masacrada, invadida y violentada en su integridad territorial ha sido paulatinamente “desconectada” de la narrativa mediática; al parecer los oídos se adaptaron a escuchar el llanto de cientos de niños en orfandad, con mutilaciones físicas y psicológicas, por tanto forman parte de voces lejanas que se hicieron parte del paisaje; surge luego la imagen de que “quizás” el llanto de los niños sirios, afganos, palestinos, nigerianos o congoleños entre otras decenas de nacionalidades, siguen estando allí, clamando en silencio, matizado el lamento por estrépito de bombas o fusiles; ya quizás los entes multilaterales solo escuchan un gemido que les dice ”aun respiramos” y ello es suficiente para recordar “que están pendiente”, pero “hay que esperar”.Cada cierto tiempo la comunidad internacional se recuerda que existe Haití, sobretodo en alguna cumbre en la vecina Punta Cana. Los llamados países del primer mundo están sumamente comprometidos en su tiempo, discutiendo sobre un cambio climático que evoluciona hacia el Armagedón, -sin dejar de usar millones de barriles de combustibles fósiles en sus constantes viajes -, con “intención” de evitar “el calentamiento global”, que al parecer es a causa de los vientres preñados, que implica la reproducción biológica de las especies; por lo cual, se exacerba la campaña por desarrollar un modelo de ser humano producto de “clonación” o experimentan en la tecnología de replicación celular; a la par que hasta el ganado se convierte en un objetivo de exterminio, con el impulso de la producción de alimentos modificados genéticamente, o simplemente elaborados mediante técnicas de reproducción con impresiones de compuestos sustitutivos de los requerimientos nutricionales, incluso sustituyendo la mano de obra humana por “nuevas tecnologías para el desarrollo”.América Latina sigue un ritmo sin mapa de ruta; baila al son que más le atraiga a algunos gobernantes circunstanciales (muchos con pretensión de perpetuidad); ahogados en un universo de dibujos animados, un paraíso virtual que solo existe en la imaginación de los teóricos de la ciencia ficción y los creadores de historias cinematográficas, en un “imperio” del que despotrican; sin embargo, les arrebata el sueño, alimenta sus ansias y les atormenta la idea de no poder disfrutar de sus placeres en familia. En un aquelarre dirigido desde uno de los sistemas ampliamente referenciales de fracaso y más fracaso; una escenografía fácil de dibujar , escanear en todas sus estructuras y comprobar su aparatoso desmoronamiento en sus políticas propias, como en los ensayos fuera de sus fronteras; no obstante, imponen una ilusión en una región que en muchas oportunidades ha dado signos de crecimiento con inventiva y méritos propios; para retroceder, dejar la producción de nutrientes y ”escarbar” en los otrora fecundos huertos en busca de lombricillas y semillas abandonadas, como una forma de saborear las carencias como forma de vida ejemplar.Países de gran importancia estratégica para el concierto económico mundial, hoy día se abrazan a lo más obtuso de los sistemas de producción, incursionan en una comunión con naciones totalmente distintos en sus tradiciones, convicciones religiosas, historia y hasta en el lenguaje, abandonando la integración subregional: se retratan en conflictos que nada tiene que ver con la idiosincrasia local, por el contrario afecta a las poblaciones en cuanto a seguridad y estabilidad económica, alimentaria, medioambiental y hasta de carácter sociológico.Formas de hacer políticas circunscritas a regiones específicas, ensayos abandonados en el caso de Venezuela desde hace más de cincuenta años, resurgen como una fantasía no de quienes luchan por el poder, sino de quienes pretenden retenerlos; y siembran de desasosiego, incertidumbre e involución a una población que se disgrega, desintegrando los núcleos básicos como la familia, ‘para cual beduinos recorrer parajes desconocidos a usanza de los tiempos de origen de las religiones, vagando por desiertos y montañas, arriesgándose en ríos caudalosos, y sobre todo cargando con el peso del abandono y el desprecio de quienes antes fueron convidados en nuestras mesas, y ahora se sienten con privilegios (que los tienen), mientras las naciones desaparecen como estados con la desarticulación de territorios, inexistencia de una población con criterios de integridad ciudadana y además la inexistencia de gobiernos consolidados, reconocidos y conscientes de su rol ante la historia.Los resultados electorales el pasado fin de semana, en las llamadas elecciones de paso o primarias de Argentina, se observó un viraje al cual hay que ver con prudencia. No se puede hacer un análisis mesurado y estimar una prospección en el escenario, ante personajes cuyas propuestas semejan al cochino frito: huelen bien, tienen buen sabor; pero no es conveniente en algunos casos de personas con alteraciones de salud. Argentina es un país enfermo, requiere una terapia moderada y no un tratamiento radical. En el día de mañana se juega la suerte de Guatemala y Ecuador, en ambos casos ensombrecidos el panorama por violencia institucional y el desgobierno, donde la intromisión foránea está demostrada con abundante evidencia. Nos toca como venezolanos ver el desenvolvimiento de los hechos en países vecinos; poco podemos esperar de un mundo que cambia sus prioridades según la dirección del viento. Hemos esperado por mesías propio y foráneo, hemos creído en promesas constantes de una fórmula mágica para confrontar nuestra situación como país y como sociedad. Nos toca remar juntos y afrontar nuestro propio derrotero: Todas las opciones son válidas.Pedroarcila13@gmail.com
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