En septiembre de 2023, más de 11.000 militares y policías ingresaron sorpresivamente al Centro Penitenciario de Aragua en Venezuela, conocido como Tocorón. Para su asombro, descubrieron instalaciones lujosas dentro de la prisión, incluyendo piscinas, un estadio de béisbol, un zoológico, locales de venta de alcohol y drogas, y restaurantes. Sin embargo, lo más impactante fueron los túneles secretos que permitían a los presos entrar y salir libremente. Se sospecha que Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias “Niño Guerrero”, líder de la banda criminal Tren de Aragua, escapó a través de estos pasadizos.
El Niño Guerrero convirtió la prisión en el cuartel general de la banda, que controlaba territorios en el estado Aragua, sometiendo a las comunidades locales a extorsiones, secuestros, violencia física y asesinatos. En el estado Bolívar, en el sureste de Venezuela, grupos armados criminales luchan por el control de las minas en el Arco Minero del Orinoco, con informes que sugieren complicidades entre las autoridades y estos grupos.
Will Freeman, investigador en estudios latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores, señala que las mafias han evolucionado sus estrategias, infiltrando redes políticas y judiciales para ejercer poder sobre el Estado. Esto ha llevado a un incremento de la violencia y la destrucción de la institucionalidad en varios países, como en el caso del Tren de Aragua, que ha expandido sus actividades a Chile, Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Estados Unidos.
Freeman advierte que, de no tomarse medidas efectivas contra estos grupos criminales, más democracias estarán en peligro mientras las mafias continúan su expansión. La producción de cocaína, la demanda de oro en los mercados internacionales y la migración masiva en la región han impulsado el fortalecimiento del crimen organizado en América Latina, convirtiendo a países como Honduras, México y Venezuela en lo que él describe como “Estados mafiosos”.