Han transcurrido cinco años desde la muerte de Aretha Franklin el 16 de agosto. Apodada la Reina del Soul y considerada la mejor cantante de la historia por la revista Rolling Stone, su legado musical es indiscutible. Sin embargo, en el ámbito económico, ha sido un campo de batalla entre sus hijos, según informó EFE.
Nacida en 1942 en Memphis (Tennessee, Estados Unidos), su influencia trascendió más allá de la música. Se convirtió en uno de los símbolos de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos y del movimiento feminista de los sesenta.
Franklin desarrolló sus ideas mientras cantaba gospel, al igual que su madre, en el templo donde su padre predicaba, quien era amigo y seguidor del pensamiento de Martin Luther King.
Creció rodeada de genios de la música religiosa. A los 14 años, grabó su primer disco, “The Gospel Soul of Aretha”, interpretando también el piano. A pesar de ello, pronto abandonó este circuito y se mudó a Nueva York a los 18 años, donde revolucionó el soul y el jazz.
Su trayectoria la llevó a convertirse en la mejor cantante de la historia, según la revista Rolling Stone. Le siguen de cerca su discípula Whitney Houston y Sam Cooke. La definen como la “Reina indiscutible” que fusionó diferentes tradiciones musicales, desde el gospel hasta el funk, el rock y el blues.
Con su éxito “Respect” de 1967, reclamó su trono como la mejor cantante de todos los tiempos. Según la revista especializada citada, su voz podía expresar júbilo, como en “Amazing Grace”, o la angustia más profunda, en baladas como “Ain’t No Way”.
Combina temas originales con versiones de los Beatles, en el álbum “This girl’s in love with you”, o los Rolling Stones, como en “Satisfaction”. No se acobardó cuando decidió reemplazar a su amigo Luciano Pavarotti, que se sentía enfermo, e interpretó una aclamada versión de “Nessum dorma” en la ceremonia de los Grammy en 1998.
En total, obtuvo 18 premios Grammy. Además, actuó en eventos como las tomas de posesión presidenciales de Jimmy Carter, Bill Clinton y Barack Obama (todos demócratas). También cantó ante el papa Francisco y en la Super Bowl.
En cuanto a su vida privada, tuvo muchos altibajos, comenzando por la muerte de su madre cuando tenía 10 años y por sus embarazos a los 12 y 14 años. De estos últimos nacieron Clarence y Edward, por imposición de su padre predicador.
Mientras sus dos hijos eran criados por su abuela, se casó a los 19 años en 1961 con su manager, Ted White, quien la maltrataba. Con él tuvo a su tercer hijo, Teddy Jr. En 1970, tuvo a su cuarto hijo, Kecalf, con Ken Cunningham.
Tres de sus hijos (excepto el mayor, que padece una enfermedad mental) han terminado en los tribunales por la millonaria herencia de la cantante.
Cuando falleció a los 76 años debido a un cáncer de páncreas, se creía que no había dejado testamento. Sin embargo, meses después se encontraron documentos escritos a mano en su casa en Detroit.
Uno de ellos, oculto bajo los cojines de un sofá, estaba fechado en 2014. El otro, dentro de un armario, había sido redactado en 2010. La justicia determinó hace un mes que el más reciente es el válido.
En el primero, designaba a su hijo Ted White II como administrador de su patrimonio y exigía a los otros dos obtener un diploma en negocios antes de acceder a la herencia.
Sin embargo, el testamento de 2014, cuya validez defendían Edward y Kecalf, eliminaba el requisito de formación y nombraba a este último como administrador de la fortuna y heredero de la mansión de Detroit.
Su hijo Clarence no participó en el juicio debido a su estado de salud, pero ambos testamentos señalaban que la herencia, que incluye prendas de lujo, joyas, propiedades inmobiliarias y derechos de autor, y que está valorada en unos 18 millones de dólares, debería ser suficiente para mantenerlo financieramente.